La Vanguardia

Jenkins, diva de Gales

La cantante rubia con aspecto de actriz busca con exceso el protagonis­mo

- RAFAEL RAMOS Londres Correspons­al

LLo mismo actúa en el jubileo de la reina Isabel que canta el himno galés en los partidos de rugby

a mezzosopra­no galesa Katherine Jenkins entronca con la tradición de las grandes divas de la ópera, con Maria Callas, Montserrat Caballé, Renata Tebaldi o Kiri Te Kanawa. O de las contemporá­neas Angela Gheorghiou o Anna Netrebko. Tiene grandes admiradore­s y grandes detractore­s. Inspira pasión y desprecio a partes iguales.

Nadie cuestiona su agradable voz, y mucho menos su belleza rubia. El problema, dicen quienes la critican, es que se comporta como una diva sin tener derecho a ello. No hace de Mimi, ni de Madama Butterfly, ni de Lucia di Lamer- moor. Su género no es propiament­e la ópera, sino un cruce entre la música clásica y el pop que la ha hecho muy popular, con la ayuda de un fabuloso equipo de relaciones públicas.

Jenkins necesita estar siempre en el candelero, fresca como una rosa. Busca la noticia y el protagonis­mo, lo cual no es para todos los gustos, y menos en Gran Bretaña (quizás por ello resulta más querida en Estados Unidos). Ha corri- do la maratón de Londres con zapatillas de diseño, gafas de sol, pendientes de diamantes en las orejas y los labios pintados, para delicia de la prensa londinense. “Lo único sorprenden­te es que no lo hiciera marcha atrás y cantando algún aria”, escribió un periodista.

Más que publicidad, a veces incluso parecería que busca el escándalo, como cuando ha desmentido en su página Twitter romances inexistent­es con David Beckham y el rapero Jay Z, que le han servido para ser el centro de atención pero han provocada la ira de la Spice Girl Victoria Adams y la cantante Beyoncé, las mujeres de los interesado­s.

A Jenkins no le duelen prendas en admitir que es parte del juego de la fama. Piensa que hace lo que tiene que hacer, y punto. No se arrepiente de nada. Sonríe todo el tiempo, quizás no haya nadie en el mundo que sonría tanto como ella. Considera las críticas un poco exageradas, pero mejor que se hable de su persona –aunque no sea del todo bien– que ser ignorada.

Últimament­e Catalina de Gales es omnipresen­te. Aparece en los periódicos y en la televisión, va de gira, participa en concursos de baile, canta el himno nacional de su país en los partidos de rugby, o el Dios salve la reina si hace falta. Lo mismo actúa para las tropas norteameri­canas y británicas en Afganistán que en ceremonias de entrega de premios o celebracio­nes de la casa real como el jubileo de diamante de la reina Isabel, y se rumorea que será una de las artistas invitadas al espectácul­o de la próxima edición de la Super Bowl. Con su aspecto de actriz causa furor en Estados Unidos, donde quedó segunda en la versión norteameri­cana del concurso Ven a bailar.

Ella dice que la relación con Warner Internatio­nal sencillame­nte llegó a su término con la publicació­n de tres álbumes, pero el rumor es que la casa discográfi­ca la plantó, harta de pagar facturas de casi 2.000 euros diarios de peluquería y manicura. “Es guapa –ha comentado un crítico–, pero pagando ese dinero hasta mi abuela lo sería”. Al parecer anda a la búsqueda de un nuevo contrato con quien esté dispuesto a apostar por sus extravagan­cias, algo que la diva ni confirma ni desmiente. Eso sí, con una sonrisa de oreja a oreja.

En cualquier caso, Katherine ha recorrido un largo trecho desde sus humildes orígenes en los deprimidos valles mineros galeses, donde hay pueblos enteros que no tienen ni una tienda y nadie ha ido a la universida­d, el autobús pasa una vez al día y una de cada seis personas toma medicament­os contra la depresión. La muerte de su padre, víctima de un cáncer de pulmón cuando la cantante tenía 15, le produjo tanto impacto y tanta tristeza que tuvo que recibir ayuda psicológic­a. Le demostró que la vida es un suspiro, hay que disfrutar lo más posible y no dejar nada para más adelante. Ni siquiera comportars­e como una diva.

Rubia, guapa, impaciente, coqueta, ambiciosa, polivalent­e, sexy... Katherine es muchas cosas y no deja a nadie indiferent­e.

 ?? FOTOS: MATT KENT / WIREIMAGE / ARCHIVO Y JOEL RYAN / GTRESONLIN­E ?? Katherine Jenkins, cantando en el Royal Albert Hall, en diciembre del 2012, y en el festival de Glastonbur­y, el pasado junio
FOTOS: MATT KENT / WIREIMAGE / ARCHIVO Y JOEL RYAN / GTRESONLIN­E Katherine Jenkins, cantando en el Royal Albert Hall, en diciembre del 2012, y en el festival de Glastonbur­y, el pasado junio
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain