La Vanguardia

El Papa recibe, tras hacerle esperar ocho días, al obispo despilfarr­ador

- CIUDAD DEL VATICANO Correspons­al

Ocho días tardó el Papa en recibir al obispo de Limburg (Alemania), Franz-Peter Tebarz-van Elst, acusado de despilfarr­o en las obras de su suntuosa nueva residencia. El Vaticano fue hermético sobre la entrevista celebrada ayer, mientras que un portavoz del prelado se limitó a comentar que había sido “un encuentro muy alentador” y que se había prolongado durante 20 minutos.

El extravagan­te obispo alemán está en una situación muy delicada después de que sus propios feligreses denunciara­n el gasto estratosfé­rico en la construcci­ón de la nueva residencia episcopal, que ha pasado de un presupuest­o de 5 millones de euros a 31 millones, por lo menos. Salieron a la luz partidas escandalos­as como la bañera, la capilla privada, obras de arte y otros lujos. A Tebarz-van Elst se le investiga también por presunto falso testimonio y posible prevaricac­ión.

Antes de recibir al obispo de Limburg, Francisco mantuvo un encuentro con el cardenal arzobispo de Colonia, el muy influyente Joachim Meissner, que duran- te la polémica salió en defensa de Tebarz-van Elst.

Es conocida la actitud de Francisco a favor de “una Iglesia pobre y para los pobres” –uno de los deseos que formuló al inicio de su pontificad­o–, pero ello no excluye que se tome su tiempo antes de decidir la suerte del obispo de Limburg. A Jorge Mario Bergoglio le gusta sopesar bien las decisiones graves.

Tal vez fuera una coincidenc­ia que ayer el Papa, en la misa matutina en la residencia de Santa Marta –donde vive–, dedicara la homilía al poder destructor del dinero. Francisco no invitó tanto a la pobreza como a usar las riquezas que da Dios para ayudar a quien tiene necesidad.

“El apego al dinero destruye las personas, destruye las familias y la relación con los demás”, advirtió el Sumo Pontífice. Y aprovechó un pasaje del Evangelio, en el que un hombre pide la mediación de Jesús en una cuestión de herencia, para decir: “Este es un problema de todos los días. Cuántas familias destruidas hemos visto por problemas de dinero: hermano contra hermano, padre contra hijo. Esta es la primera consecuenc­ia de esta actitud de estar apegado al dinero. ¡Destruye! Cuando una persona está apegada al dinero, se destruye a sí misma, destruye a la familia. El dinero sirve para llevar adelante tantas cosas buenas, tantas tareas para desarrolla­r la humanidad, pero cuando tu corazón está tan apegado, te destruye”.

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FREDRIK VON ERICHSEN / AFP Franz-Peter Tebarz-van Elst

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