La Vanguardia

Las listas de la muerte

- Quim Monzó

El diario The Mail on Sunday de Londres publicaba este fin de semana la noticia de que durante dos años –desde julio del 2011 hasta septiembre de este 2013– muchos médicos de hospitales británicos han ido colocando pacientes en lo que llaman “listas de la muerte”. Por lo que se entiende, son fichas de las personas gravemente enfermas y de edad avanzada a los que ya no ven mucho futuro: un año de vida poco más o menos. La jugada es hábil: los médicos montan un encuentro con cada uno de esos pacientes y les hablan de la muerte, y como hay que enfrentars­e a ella y que si patatín y que si patatán, y al final les preguntan dónde preferiría­n morir: ¿en casa o en el hospital? Evidenteme­nte, la inmensa mayoría –por no decir todos– dice que mejor en casa. Poca gente prefiere morir en el hospital. Dicho y hecho, pues. Una vez queda claro que eso es lo que prefieren, el médico les da a firmar un papel conforme esa es su voluntad, lo mete en una carpeta de color amarillo, saluda amablement­e y se va. Por esa conversaci­ón –y por ese papel fir-

Evidenteme­nte, la inmensa mayoría –por no decir todos– dice que mejor morir en casa

mado– cada médico cobra 60 euros.

El proyecto piloto ha estado en funcionami­ento los dos años mencionado­s. Según sus impulsores ha sido un éxito, lo cual hace prever que, con pequeñas modificaci­ones o no, se volverá a poner en marcha. Queda claro que el objetivo es reducir los gastos que esos pacientes provocan al Servicio Nacional de Salud británico. Reducen el número de camas hospitalar­ias ocupadas y se ahorran 1.183 euros por cada muerte que no sucede en sus centros. El Servicio Nacional de Salud dice que no lo hace por el dinero, sino que, precisamen­te, es lo contrario: lo que quieren es dar a los enfermos una muerte más fácil, más tranquila. Los que no están de acuerdo dicen que es una forma chapucera de ahorrar, y que de hecho lo que hacen es negar a los enfermos el tratamient­o que necesitan en el último tramo de sus vidas. La noticia llega tres meses después de que se supiese que, también en Gran Bretaña, los encargados de las ambulancia­s pueden negarse a recoger personas muy enfermas si comprueban que están en esas “listas de la muerte”. ¿Verdad que firmaste que querías morir en casa? Entonces, ¿por qué pides ahora una ambulancia?

Aquí y en medio mundo, muchas asociacion­es luchan por la eutanasia y por el derecho a una muerte digna. En Catalunya nos aconsejan que todo aquel que quiera, por favor, firme el testamento vital para saber, en la bajada final, si dado el caso quieres que te desentuben o no. Pero vendrá un día en que, si te han colocado en una “lista de la muerte”, dirás adiós a este valle de lágrimas en un plis-plas, tanto dan las condicione­s estipulada­s en el testamento vital que firmaste. Monty Python puro. (Para más referencia­s, consulten El significad­o de la vida, quinta parte: Trasplante­s de órganos vivos).

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