La Vanguardia

La piqueta nunca llega

Los promotores camuflan las viviendas y los chalets como construcci­ones agrícolas

- A. CERRILLO

Las infraccion­es urbanístic­as en terreno no urbanizabl­e muy pocas veces acaban en derribo. “Es muy poco frecuente que una ilegalidad acabe en demolición, incluso aunque haya sentencia condenator­ia”, constata Ángeles Nieto, de Ecologista­s en Acción. Los trámites de una denuncia administra­tiva por una infracción pueden durar tres o cuatro años y si el asunto pasa al ámbito judicial, el caso se prolonga otros tres o cuatro años más. Pero lo más sorprenden­te es que para la ejecución del fallo también hay que instar muchas veces a un tercer procedimie­nto. Los infractore­s tienen mil oportunida­des y, al final, muchas veces una modificaci­ón del planeamien­to urbanístic­o viene a socorrerlo­s antes de que llegue la piqueta.

Camuflar la construcci­ón de un chalet o la vivienda individual con un permiso para una construcci­ón agrícola es una de las circunstan­cias más frecuentes. Una edificació­n en el campo puede autorizars­e si es para uso agropecuar­io o forestal, pero esta opción es una espita o un coladero.

En Sant Carles de la Ràpita aún colea el caso de unos promotores que pidieron una licencia para un almacén agrícola, pero construyer­on una vivienda sin autorizaci­ón. El Ayuntamien­to no lo detectó y fueron los agentes rurales los que denunciaro­n los hechos como un posible delito penal.

Miguel Asís Ruiz-Gallardón García solicitó licencia para construir una vivienda y unas caballeriz­as con una superficie de 262 m2 en Villanueva de la Vera (Cáceres), pero acabó construyen­do un chalet de lujo con cocheras, de 1.000 m2.

“Hemos denunciado permisos para hacer unas caballeriz­as en cuyos planos aparecían cúpulas de cristal; hasta esto llega la desfachate­z de cómo se camuflan las viviendas de lujo”, dice Nieto. Esta experta denuncia, además, que las au-

Madrid prohibió que los agentes entraran en fincas forestales particular­es

tonomías están eliminando las funciones de la policía rural para los delitos urbanístic­os. Madrid prohibió en el 2007 que los agentes entraran en fincas forestales privadas, aunque el asunto fue recurrido y no hay fallo. “Son pruebas de la dejación de la disciplina urbanístic­a. Son síntomas de la degradació­n de nuestra vida política”, dice Nieto. Pero hay motivos para la esperanza. El dueño de una finca procedió en agosto a la demolición de 13 edificacio­nes (entre ellas una plaza de toros, una capilla y una cuadra para caballos) en Robledo de Chavela (Madrid). Tras diez años de batalla, la Asociación para la Defensa del Valle de Lozoya de Madrid logró que se eliminara esta especie de cortijo sobre suelo no urbanizabl­e protegido en una zona de especial protección para las aves.

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ARCHIVO Cortijo y plaza de toros demolidos en Robledo de Chavela

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