España concede por primera vez asilo a una mujer víctima de la trata
Una joven nigeriana, violada y maltratada durante años, denunció a la red de traficantes
Rosa Flores, responsable del área de lucha contra la trata de personas de la Cruz Roja, no puede evitar mostrar su satisfacción: por primera vez España concede asilo a una víctima de explotación sexual. “Han sido más de dos años de duro trabajo para conseguirlo. Era de recibo, de verdad. Es que si no se la dan a ella, ¿a quién?”, pregunta Flores. Y la verdad es que, al conocer la historia de esta nigeriana, de unos 28 años y con una niña de algo más de dos, su largo viaje repleto de malos tratos, violaciones, abortos, encierros... hasta alcanzar las costas españolas, uno se percata del submundo de miedo y dolor al que son sometidas decenas de miles de mujeres pobres para llenar las carreteras y los prostíbulos de Europa. La identidad de esta mujer y de su hija, e incluso su residencia actual, se ocultan para protegerlas. Las mafias aún las buscan.
Mujer veinteañera y huérfana en Nigeria, una carga difícil de soportar, explica Rosa Flores. En el año 2008, un familiar le habla de la posibilidad de ir a Europa en busca de un futuro y la pone en contacto con un grupo que organiza viajes, una especie de tour al paraíso.
Dos años de viaje, más de 24 meses de pueblo en pueblo, de país en país, con otras tantas mujeres. En cada parada, una violación, una paliza, días sin comer si no accedía a lo que quieren los “hombres de la organización”, como ella los llama. Y ellos quieren carne joven para aliviar sus necesidades. ¿Y las chicas? “¿A quién le importan esas chicas?”, se lamenta profundamente la responsable de la Cruz Roja. Los embarazos fueron inevitables, y los abortos también.
Dos años de viaje hasta llegar al norte de África, donde, de nue-
Pese a tener tarjeta sanitaria y permiso de residencia, sigue con miedo porque la red todavía la persigue
vo embarazada, el grupo es dividido: unas mujeres a España, otras a Italia, otras a Alemania... A ella le tocó ir a España.
El viaje en patera fue interceptado por la Guardia Civil. A su llegada a la costa estaban miembros de la Cruz Roja para asistirlas. Ella, embarazada, no fue al centro de internamiento, sino a uno de acogida que tiene la oenegé, un centro abierto en el que poder reponer las fuerzas y prepararse para dar a luz.
Pero las redes mafiosas no se dan por vencidas y consiguen contactar con ella en el centro para recordarle que les debe 2.000 euros del viaje. Para pagar la deu
da, una dirección donde acudir cada día a ejercer la prostitución. La agonía debía continuar. Flo- res recuerda cómo poco a poco la oenegé logró ganarse la confianza de la joven, quien les relató lo vivido y las amenazas que recibía en ese instante. Y juntos acudieron a la policía, que en el 2011 desarticulaba la red de trata que había violado, maltratado y extorsionado a esta y a otras muchas jóvenes. “A los pocos días, la joven recibió una llamada de Nigeria diciéndole que su familia de allí corría peligro. ¿Hasta dónde llegan los tentáculos de esta gente?”, se pregunta Rosa.
La joven dio a luz a su bebé y desde el 2011 viaja con él de una ciudad a otra de España, principalmente del sur, en busca de trabajo. Lo encuentra casi siempre en la recolección. “Aún tiene miedo, porque no pagó su deuda, pero ha encontrado la fuerza para seguir adelante pese a lo vivido. Ahora, con el asilo, tiene asegurado el permiso de residencia y el de trabajo, y cuenta con tarjeta sanitaria... Estamos contentos, por supuesto, pero ¿sabes cuántos casos de estos hay? La gran mayoría de las mujeres víctimas de trata tienen una historia similar... que no queremos conocer”, señalan desde la Cruz Roja.