Jardín de infancia
El abedul llorón de Young lo conocí en un libro. Antes de verlo al natural, en un jardín, lo descubrí en Arbres et arbustes de parcs et de jardins, editado por Fernand Nathan. ¡Qué cualidades tienen los viejos libros! Las ilustraciones parecen hechas para soñar. Recuerdo aquella lectura de la infancia. Sobre esta variante del abedul decía: “Il ne devient jamais un arbre élevé”, sino “une cascade de branches.” No he podido librarme del sortilegio de esa imagen; aún me arrastra una corriente de fascinación. Leía ese libro porque mi madre lo consultaba a menudo. Igual que Josep Carner, “jo llegia perquè la meva mare llegia”.
Pasemos a la metáfora del abedul. ¿Dónde está la caída ruidosa del agua, la “cascada de ramas”? Una expresión como ésta lleva implícita una comparación. La lectura abre puertas, facilita visiones: está claro que las ramas, largas, delgadas, con sus exageradas formas colgantes pendiendo como velos, parecen saltos de agua. Algo nos dice: “¡Aprende a ver!” La sustitución de una palabra por otra resulta de todos modos un hecho subje-
Muestra una gran resistencia al frío y al calor y resulta útil para sostener taludes y terrenos en erosión
tivo. Como indica la poesía: “Nada hay verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira.” Continuemos. La variante Youngii, que se vende como un árbol injertado, tiene una copa como una fregona, ramas arqueadas, y hojas caedi- zas, triangulares, largamente pecioladas. Presenta un hábito particularmente llorón; por eso en francés recibe el pomposo nombre de bouleau pleureur de Young. Que los amentos femeninos y masculinos broten durante la primavera en el mismo árbol (nos fascinan las lecturas didácticas), arroja sobre el amor una luz impensable. Ahora bien; al leer, ¿dejamos los días sin vivir? Según Proust, la lectura abre puertas “de estancias a las que no hubiéramos sabido llegar solos.”
El abedul soporta el viento, no le importa que el aire sacuda su cabellera. Muestra una gran resistencia al frío y al calor y resulta útil para sostener taludes y terrenos en erosión. La poda se reduce al mínimo: en otoño se elimina cualquier tallo que crezca a partir del tronco principal. Aislado, como ejemplar solitario, tiene aspecto simpático, sobre todo cuando el aire peina su cabellera. Todo parece soñado, la fronda forma parte de la fascinante irrealidad de las analogías.
A mi madre le gustaban las novelas de Tolstói y la poesía de Campoamor. Uno de sus libros preferidos fue la antigua guía de árboles y arbustos de Nathan, que guardo como oro en paño. Sus descripciones me introducen en la memoria de la niñez, mueven los hilos del recuerdo. Cuando veo un jardín de infancia, pienso en ese libro, en los momentos gratos que me deparó. No hay días en nuestra infancia más plenamente vividos que “aquellos que pasamos con un libro favorito.”