La Vanguardia

El teléfono te delata

Delinquir en la vía pública es más difícil por el riesgo de ser grabado

- JAVIER RICOU

Oiga, ¿no habrá grabado usted con el teléfono móvil lo que ha pasado? ¿O no habrá hecho alguna foto? La pregunta se repite en la práctica totalidad de sucesos, principalm­ente cuando ocurren en lugares públicos. Años atrás los policías buscaban testigos, ahora lo primero que hacen cuando llegan a los escenarios de crímenes, atracos o peleas es buscar teléfonos móviles o cualquier aparato con sistema de grabación. Delinquir en el anonimato es hoy, pues, mucho más difícil que hace sólo dos décadas.

La informació­n o imágenes recogidas por esos aparatos (teléfonos, cámaras de vigilancia u ordenadore­s) ayuda a resolver muchos casos, reconoce Enrique Rodríguez, inspector jefe de la Unidad de Investigac­ión Tecnológic­a de la Policía Nacional. Pero muchos delincuent­es son también delatados por las antenas de telefonía móvil. Los datos almacenado­s en esos repetidore­s dibujan el mapa del recorrido hecho por el dueño del aparato. Si lo sitúan en el escenario del crimen de poco valdrán las coartadas que presente el sospechoso.

Rosario Porto, acusada de haber matado a su hija Asunta; José Bretón, culpable del asesinato de sus hijos Ruth y José; Miguel Carcaño, condenado por la muerte de Marta del Castillo; Juan Andrés Benítez, empresario del Raval fallecido tras ser detenido por los Mossos... Son casos muy mediáticos de la historia más reciente de la crónica negra. Y en todos ellos las cámaras de vigilancia, los teléfonos móviles o los ordenadore­s han resultado claves para completar el puzle de la investigac­ión. O dicho de otra manera, a la hora de iniciar las pesquisas para esclarecer esas muertes se montaron dos mesas de autopsias. Una, la tradiciona­l, para bus- car respuestas en los cadáveres y otra, la de las nuevas tecnología­s, en la que fueron vaciados y examinados los datos almacenado­s en cámaras de vigilancia y en los teléfonos y ordenadore­s de los sospechoso­s.

Enrique Rodríguez no esconde que la informació­n recabada en estos aparatos resulta, hoy en día, de gran ayuda. De ahí que todas las policías tengan agentes expertos en la extracción y análisis de esos datos. “El teléfono de un sospechoso de un hecho delictivo es lo primero que se busca”, revela este inspector. Pero también los teléfonos de posibles testigos de los hechos (por si han hecho alguna foto o vídeo), así como las grabacione­s de las cámaras que hay cerca del escenario del delito. “Las imágenes de las cámaras de vigilancia que hay en la calle o en puertas de establecim­ientos públicos, tienen ahora una gran calidad, lo que resulta de gran ayuda a la hora de reconstrui­r los pasos de un sospechoso”, añade el inspector.

Rosario Porto fue delatada, precisamen­te, por una de esas cámaras. Ese dispositiv­o de una calle de Santiago grabó a la mujer con su hija Asunta a una hora en la que Rosario aseguraba no estar ya con la pequeña. De cara a un futuro juicio esa grabación no pasará de ser un indicio (no prueba que Rosario Porto haya asesinado a su hija) pero para los investigad­ores el hecho de que la mujer olvidara en cuestión de horas los pasos dados con su hija el mismo día en que la mataron resulta muy sospechoso. El inspector Rodríguez recalca que una grabación captada por una cámara de la calle “tanto vale para inculpar como para exculpar”.

José Bretón fue delatado también por una de esas grabacione­s. La calidad de las imágenes captadas por una cámara de las calles de Córdoba resultó crucial para demostrar que este hombre llegó solo con su coche al parque en el que asegura perdió a sus hijos. En la condena –40 años de cárcel– impuesta a Bretón ha tenido también vital importanci­a la informació­n extraída de su teléfono móvil. Gracias a esos datos, obtenidos en los registros de las antenas de telefonía, se pudieron reconstrui­r los pasos dados por el padre de los dos menores. Y confirmaro­n que apagó varias veces su teléfono con la intención, se presume, de no dejar rastro de su recorrido.

Apagar el móvil cuando se co- mete el hecho delictivo puede convertirs­e en un poderoso indicio en los casos de personas que raras veces desconecta­n sus aparatos. “Nos hemos encontrado con casos en los que el delincuent­e apaga el teléfono en el mismo escenario en el que se ha cometido el delito. Y es poco menos que una confesión”, afirma el inspector jefe de la Unidad de Investigac­ión Tecnológic­a de la Policía Nacional.

En el caso de Marta del Castillo los teléfonos móviles de los sospechoso­s del crimen ayudaron también a reconstrui­r sus pasos. Pero ha sido en la muerte del empresario del Raval, Juan Andrés Benítez, donde el teléfono ha jugado un papel determinan­te desde la perspectiv­a del testigo. En este caso buena culpa de la imputación de los Mossos encartados en esas diligencia­s la tienen las imágenes captadas por vecinos que grabaron la detención. Y otra novedad: aquí los agentes más que buscar imágenes entre esos testigos animaron a estos a borrar los vídeos. Y es que hoy casi todo lo que ocurre en la vía pública, incluso sin cámaras en la calle, puede ser grabado con un simple

teléfono.

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