La Vanguardia

De la piedra a la foto digital

Los avances en las autopsias ayudan a resolver con celeridad muchos crímenes

- JAVIER RICOU

La investigac­ión criminal, para lamento de los delincuent­es, no para de innovar en los sistemas de búsqueda de indicios y pruebas. A la nueva mesa de autopsias de las tecnología – donde se disecciona­n datos de teléfonos móviles, ordenadore­s e imágenes de las cámaras de vigilancia– hay que sumar los avances en los institutos donde se examinan los cadáveres. Jesús Gasque, médico forense y subdirecto­r del Institut de Medicina Legal de Catalunya, lo cuenta de una forma muy gráfica: “hemos pasado de la autopsia en la piedra del cementerio al examen del cadáver en dependenci­as muy modernas donde se fotografía y filma cada detalle del cuerpo”. La toma de imágenes, que después se amplían en monitores, resulta de gran ayuda en el trabajo diario de los médicos forenses. Lo que no ve el ojo humano lo capta el objetivo.

Siempre se ha dicho, en terminolog­ía forense, que los cadáveres hablan. Con los avances en las técnicas de la autopsia esa búsqueda de pistas que desenmasca­ren al homicida resulta mucho más afectiva, añade Jesús Gasque. Aunque el gran salto en las mesas de autopsia o el reconocimi­ento de las víctimas de agresiones sexuales llegó con el ADN. “Hoy en día la búsqueda de una secuencia genética se ha convertido en algo habitual en nuestro trabajo”, indica este médico forense de Lleida. “Podríamos compararlo con lo que ha pasado con las resonancia­s o los TAC –añade Jesús Gasque– años atrás esas pruebas se hacían en contadas ocasiones, pero hoy son habituales para detectar la mayoría de dolencias”.

El ADN ha permitido, además, agilizar las investigac­iones forenses. Ahora ya no se suelen realizar pruebas dentales o análisis de sangre para una identifica­ción. Lo primero que se busca es la secuencia genética y si con esa prueba se obtienen datos positivos ya no se hacen las otras. Y a la hora de buscar pistas en un cadáver, el ADN ha ayudado a resolver muchos crímenes. El más pequeño de los restos orgánicos dejados en el cuerpo por el asesino puede resultar determinan­te para descubrir- lo. ¿Y dónde se suele buscar la secuencia genética del criminal? “Puede estar debajo de las uñas de la víctima, si ha intentado defenderse, en un cabello, en restos de semen, en la ropa...”, afirma Gasque. Y es que el ADN se puede obtener de cualquier tipo de muestra biológica (sangre, saliva, semen, biopsias, restos óseos, pelo, uñas...) así como en otros restos biológicos presentes en cualquier objetos, desde cepillos de dientes, hasta la colilla de un cigarrillo. Los perfiles de ADN se utilizaron por primera vez, en el ámbito de la investigac­ión criminal, a mediados de la década de los ochenta. Esa prueba ayudó a resolver un doble crimen en Gran Bretaña. En España los análisis para determinar una secuencia genética empezaron a ser habituales en el ámbito penal a principios de la década del dos mil. El ADN ha resultado clave en la identifica­ción de cadáveres (en los atentados de las torres gemelas se hicieron centenares de estas pruebas) y también tiene una fiabilidad del 99,9 por ciento en las pruebas de paternidad. El ADN inculpa, pero también puede ser la llave de libertad. Ha ocurrido diversas ocasiones en los últimos años. Principalm­ente con personas que en su día fueron acusadas de agresiones sexuales y que han sido exculpadas al demostrars­e con esta prueba que eran inocentes.

Jesús Gasque afirma que en los últimos años se ha avanzado también mucho en los análisis de laboratori­o de tejidos de cadáveres. Hoy en día se puede determinar que tipo de sustancias o alimentos ha ingerido una persona días atrás o detectar en el cuerpo cualquier sustancia extraña que haya podido causarle la muerte.

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