Desafíos ante la indignación
Se cumple un año de la terrible violación de Amanat, la joven que murió 13 días después a causa de las agresiones de un grupo de hombres en Nueva Delhi. Existe un antes y un después tras este terrible suceso. Cada nuevo caso que se produce desde entonces, alimenta la indignación y las protestas en toda la India. Desde hace un año, los medios de comunicación dedican espacio a la violencia de género, se organizan mesas redondas, conferencias y debates. La cuestión sobre la violencia machista ha llegado por fin a la calle. Se ha convertido en un asunto de interés nacional.
El lema Basta ya, que cientos de mujeres reivindicaban frente al Parlamento indio hace un año, ha servido para concienciar a la sociedad y para que el número de violaciones que se denuncian en Delhi haya aumentado un 125%. Durante los últimos meses se ha generado en el país un movimiento reivindicativo por parte de las mujeres que ha venido sin duda alguna a reforzar de forma significativa la maltrecha democracia india, denostada por las desigualdades y la corrupción generalizada en la clase política.
El movimiento de mujeres sabe que no ha ganado todas las batallas, pero su incesante activismo y presencia ha conseguido que muchas mujeres acudan a los medios de comunicación para denunciar sus casos. Ahora se sienten apoyadas por activistas, expertos en género y jurisprudencia. Un sueño que hace un tiempo parecía inalcanzable.
La sensación general es que se está produciendo un debate insólito que está trayendo consigo múltiples cambios. Pero re-
Frente a las agresiones machistas, es vital que se haga hincapié en la libertad y autonomía de las mujeres
sultan a todas luces insuficientes o son de lenta o escasa aplicación. Pero lamentablemente existe la otra cara de la moneda: en las familias se habla con más libertad de la violencia de género y sin embargo se recortan sus libertades por miedo al peligro; los gurús religiosos alegan que las actitudes occidentales son las responsables de estos episodios de violencia a causa del choque con la cultura tradicional; se ha incrementado el precio de la dote y sigue aumentando el número de abortos selectivos.
El código penal de 1860 sigue definiendo el acoso sexual sin penetración como un “ultraje a la modestia de la mujer”. Aunque parezca que se trata de una anécdota –en la que algunos tribunales se han apoyado para interpretar que la mujer agredida no es lo suficientemente púdica– es francamente importante que se vayan eliminando estas connotaciones machistas y retrógadas. Se necesitan muchos cambios todavía. Grandes y más pequeños, y sobre todo, es vital que se haga hincapié en la importancia de la libertad y autonomía sin condiciones para las mujeres, no sólo en endurecer las penas para sus agresores. La educación tal y como la entendía Tagore es fundamental para conseguir dichos cambios.