La homofobia envuelve un ‘reality show’ en EE.UU.
Los muñecos que representan a toscos señores barbudos abundan en estos días en muchas tiendas de Estados Unidos, en donde también es posible encontrar todo tipo de objetos vinculados al reality Duck dynasty, que desde marzo del 2012 se emite regularmente por la cadena de pago A&E.
Hasta hace unos días eran muchos los habitantes de Norteamé- rica que ignoraban la existencia del programa, a pesar de sus notables índices de popularidad. Ahora se habla de él porque estalló un considerable escándalo cuando el protagonista de la serie, Phil Robertson, hizo una serie de comentarios homófobos en una entrevista en la revista GQ.
En agosto de este año, cuando comenzó a emitirse la cuarta temporada, Duck dynasty batió todos los récords de programas de telerrealidad en EE.UU. al convocar a 11.8 millones de televidentes. Se calcula que en los primeros nueve meses de este año la serie generó 80 millones de dólares (58 millones en euros) en publicidad, y otros 400 millones de la misma moneda (292 en euros) en merchandising.
Nada mal teniendo en cuenta que la serie simplemente retrata la vida de una familia de empresarios que se dedican a vender silbatos para atraer patos. Pero es la curiosa personalidad de los integrantes de la familia Robertson la que ha fascinado a un sector decididamente conservador de la audiencia norteamericana, que se identifica con una mirada del mundo que muchos conside- ran con prejuicios y anticuada.
Pero hasta que el patriarca no comparó a la homosexualidad con el bestialismo en la entrevista de GQ, las críticas que la comunidad gay le hacía regularmente al programa por su tono homófobo habían caído en oídos sordos. En cambio, en esta ocasión, la cadena decidió suspender la participación de Phil en el show hasta nuevo aviso, lo que generó la furia de ciertos sectores reaccionarios de Estados Unidos, encabezados por Sarah Palin, Bobby Jindal –el gobernador de Luisiana donde se graba la serie– y nume-