Adorable cocina casera
Casa Trampa mantiene el carácter hogareño de los restaurantes de siempre
Todos los pueblos, cada uno, encierra pequeñas historias. En cada población existen rincones forjados de memoria. Son establecimientos con un carácter tan particular que no precisan cambiar. Son pequeños restaurantes o fondas que no necesitan cambiar su personalidad, lugares que atrapan sin causar demasiado ruido, lugares que discretamente permanecen sin dejarse absorber por el paso de los años.
Con este mismo nombre, el restaurante casa Trampa ya era conocido a finales del siglo XVIII. Tras él, pervive una vida plagada de entrega, afán, gloria y popularidad. Fue pasada ya la guerra cuando Daniel Martín Pérez, cántabro, buen cocinero y excelente persona, ancló en Vallvidrera procedente de Torrelavega. Fue una época en la que Vallvidrera se iría convirtiendo poco a poco en tradicional lugar de ve-
Es este uno de esos establecimientos con un carácter tan particular que no precisan cambiar
raneo. Gente acomodada de Barcelona empezó a frecuentar la población y los establecimientos hoteleros prosperaron. El abuelo Daniel adquirió casa Trampa y a base de trabajo y honradez, su huella ahondó en una población a la que llegó como forastero y acabó como alcalde. También dirigió el clásico hotel Baldiró al que posteriormente cambió el nombre por el de Monte Amaya. Ya pasados unos años, con Daniel ya mayor, su hija Carmen, que desde pequeña, junto a él, había aprendido el arte de los fogones, se puso frente a la cocina de la casa. Carmen, extraordinaria cocinera, falleció hace unos 7 años. Hoy, es Silvia, que comenzó a trabajar junto a su madre a los 17 años, su hija, quien dirige la casa.
Silvia comanda un servicio de
BARCELONA comedor amable, hogareño y atento, gente leal de la que nos dice sentirse agradecida y complacida. Junto a Silvia, dos personajes imprescindibles en la trayectoria de casa Trampa: Toñi, que lleva 44 años en esta casa, llegó jovencita de Jerez de la Frontera y se crió con los abuelos de Silvia –“Toñi lo hace todo en esta casa”, nos dice Silvia– y Javier, el cocinero, en la pequeñísi- ma cocina de casa Trampa, lleva ya 33 años. “Ambos son los personajes más importantes de esta casa”, asevera Silvia que, junto a Toñi, abre cada día el establecimiento a las siete de la mañana.
Dos platos son las estrellas de esta casa: las albóndigas, acompañadas de una casera chanfaina y los guisantes, unos divinos guisantes que solo llevan buen jamón de Salamanca y cebolla. Otro plato que nos sorprendió fue una maravillosa tortilla de calabacín. Gruesa, jugosa, apetecible, una tortilla que Javier prepara de forma tan sencilla como magistral. Siempre hemos creído que lo bueno no requiere complicación. Bendita tortilla! Nos la aconsejó la señora Pepita, una vecina de la población que viene casi a diario a almorzar y con la que a lo largo de la comida fuimos comentando los guisos de Javier. En otra mesa vecina, David, el marido e incuestionable soporte de Silvia, junto a Paco y Carlos, dos buenos amigos de David y vecinos de la población, comían gozosos los platos de Javier.
Junto a estos platos estrella de la casa cabe mencionar otros guisos y platos de notable ejecución y gran simplicidad, como las croquetas de cocido, los callos con garbanzos, la ternera con setas, el pollo relleno o rostit con patatas, el guiso de conejo, las galtes y, cómo no, el clásico jamón de la casa, desde siempre el mismo.
Silvia se ocupa a diario de las compras. Los proveedores de ca-
Un plato, cualquier guiso, se actualiza haciéndolo cada día mejor; las rarezas, jamás
sa Trampa son gente leal. Nunca fallan. A Mey y Arturo, en su parada del mercado de Sarrià, Silvia adquiere la carne desde hace más de treinta años.
Un plato, cualquier guiso, se actualiza haciéndolo cada día mejor. La sofisticación no siempre es deliciosa. Las rarezas, jamás. En esta casa, Silvia, Toñi y Javier lo tiene más que claro.
Casa Trampa lleva años y sigue complaciendo a una clientela fiel. La cocina de esta casa aúna cariño y campechanía. Vecinos y conocidos, y mayoritariamente gente de poblaciones cercanas, en especial gente de Barcelona frecuentan casa Trampa.
Nos despedimos de Pepita, de David, Paco y Carlos y, evidentemente, de Silvia, Toñi y Javier. Y como imaginaran, lo hicimos con la promesa de repetir.