Clos Mogador, Priorat
La revolución que ha tenido lugar en la DOQ Priorat desde finales de los 80 representa uno de los fenómenos que más admiración ha causado en el panorama contemporáneo del vino. Las prácticas prioratinas de viticultura y enología, y, por extensión, la calidad de sus vinos, que a duras penas habían progresado desde tiempos remotos, entraban así en una nueva dimensión, y lo hacían de la mano de un visionario llamado René Barbier. En efecto, fue él el primer vigneron en detectar, en 1979, el extraordinario potencial que atesoraba la combinación de las viñas centenarias de garnacha negra y cariñena, los profundos pero pobres suelos de pizarra y su riguroso clima continental.
Desde su centro neurálgico en el pueblo de Gratallops, René Barbier, con su imprescindible Clos Mogador, unido a otros cuatro pioneros que siguieron rápidamente sus pasos –Alvaro Palacios, Dafne Glorián, Carles Pastrana, y José Luis Pérez– marcaron un antes y un después en esta hasta entonces aislada y paupérrima región catalana. Una revolución que no se circunscribió sólo, ni mucho menos, al sector vitivinícola, sino que supuso asimismo establecer los fundamentos sobre los que se ha cimentado la profunda transformación socioeconómica.
El tinto Clos Mogador es el vino estrella elaborado por René Barbier. Pero junto a él, hay otros dos vinos en esta DOQ Priorat –su sensacional L'Espectacle de Montsant lo dejamos para más adelante– que poseen asimismo una rotunda personalidad y se erigen en fiel reflejo de la esencia mineral, concentrada, altamente expresiva, del del Priorat: el tinto Clos Manyetes, y el blanco Clos Nelin.