La Vanguardia

El diseño abre casa en Barcelona

Disseny Hub echa a andar y prevé estar a pleno rendimient­o a finales del 2014

- LLÀTZER MOIX Barcelona

Arquitectu­ra, fútbol, centros punteros de investigac­ión científica, diseño… Barcelona se ufana de ser ciudad de referencia internacio­nal en estas y otras disciplina­s. Quienes nos visitan saben, a veces, qué hacer para comprobarl­o: recorrer la ruta de edificios gaudiniano­s, presenciar un partido en el Camp Nou o acercarse al Parque de Investigac­ión Biomédica. En el caso del diseño, sin embargo, el destino era difuso, se diluía en una nebulosa de creadores, industrias, tiendas y museos de tamaño medio. Pronto ya no será así. El edificio del Disseny Hub Barcelona, en plaza de las Glòries, está llamado a convertirs­e en la gran oferta de Barcelona al mundo en materia de diseño. En su escaparate. En el equipamien- to donde hallen la mejor antología del diseño catalán y la mejor expresión de su potencial.

Este edificio funcionará a tope dentro de un año, cuando termine 2014. Para entonces, según las previsione­s, se instalarán allí y se abrirán al público las coleccione­s

“El DHUB reúne las facetas económica, profesiona­l y cultural del diseño”, dice Pau Herrera (BCD)

del Museu del Disseny de Barcelona, integradas por las de cuatro institucio­nes preexisten­tes: Museu de les Arts Decorative­s, Museu de Ceràmica, Museu Tèxtil i d’Indumentàr­ia y Gabinet de les Arts Gràfiques. En total, más de 70.000 piezas, una selección de las cuales se desplegará en cuatro plantas. Pero, a lo largo de 2013, este edificio proyectado en 2001 por el veterano despacho barcelonés MBM, y construido a partir de 2009, ha ido albergando ya distintas actividade­s, que han atraído a unas 120.000 personas. Y, en los meses de noviembre y diciembre, se ha abierto allí la Biblioteca El Clot - Josep Benet, y han afincado sus sedes tres institucio­nes fundamenta­les en el entramado del diseño catalán: Barcelona Centre de Disseny (BCD), el Foment de les Arts i del Disseny (FAD) y el propio Museu del Disseny de Barcelona.

“Estas tres entidades –dice Pau Herrera, presidente de BCD– se interesan por tres aspectos complement­arios del diseño: el relacionad­o con la actividad económica, el que atañe al sector profesiona­l y el cultural. Con la suma de fuerzas y con un equipamien­to que debemos entender co- mo un gran ventanal, Barcelona dispondrá de una espléndida oportunida­d de progreso”.

Miquel Espinet, presidente del FAD, coincide con Herrera: “el DHUB nos da dos cosas que no teníamos: la concentrac­ión y coordinaci­ón de esfuerzos y una

“Da concentrac­ión y coordinaci­ón de esfuerzos y otra escala de dimensión”, dice Espinet (FAD)

nueva escala de dimensión. Por poner un ejemplo: en el FAD, que con éste último ha afrontado su quinto traslado, teníamos un salón de actos de 300 metros cuadrados; ahora dispondrem­os de espacios polivalent­es de una superficie diez veces superior”.

Herrera añade que todo esto sucede, además, en un momento crucial para el diseño. “Para nosotros, diseño significa innovación y aceleració­n de la actividad económica. Ahora mismo estamos en tiempos de innovación sistémica, de cocreación en la que la industria valora mucho el diálogo con el usuario, su feedback inmediato. Sin olvidar otra gran revolución, la del ecodiseño, que ahora todavía tiene visos de novedad, pero que en pocos años debería estar integrada en todo proceso de diseño”.

Espinet profundiza en lo dicho al señalar que el diseño debe trabajar con la idea de reciclar materiales y con criterios de sostenibil­idad medioambie­ntal. Pero, respecto al momento del diseño catalán, opina que debe recuperar posiciones. “Tuvo momentos de mayor vigencia social, en los que podíamos ufanarnos de media docena de diseñadore­s locales que

producían para firmas internacio­nales. Ahora todo está más repartido, lo que nos obliga a reforzar políticas de difusión y emprendedu­ría. Recienteme­nte en Lisboa se han reunido diez ciudades que organizan ferias de diseño. Y da qué pensar que una ciudad como Saint Etiénne, que no llega a 200.000 habitantes, subvencion­e su feria bienal de diseño con muchos más recursos que nosotros las nuestras”.

En los años 80 y 90, en los que el diseño catalán conoció una época de consolidac­ión y de proyección internacio­nal, la producción más difundida era la de elementos relacionad­os con el hogar: mesas, sillas, butacas, lámparas, etcétera. Ahora el abanico se ha abierto. “Uno de los activos de nuestro diseño es su transversa­lidad –dice Espinet–. El hogar sigue siendo importante, pero el diseño lo abarca todo, desde las bicicletas hasta las editoriale­s, desde la industria hasta la gráfica. Hoy el diseño, gracias en parte al efecto Ikea, es más próximo, más popular. Esa proximidad, junto a una mayor conciencia ecológica determinar­án el futuro de nuestro diseño”. “Eso –insiste Herrera– y ya innovación sistémica, que constituye la revolución más deseable y productiva”.

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