La Vanguardia

Buscando el lado bueno

- LL. MOIX Este edificio debería ser mejor reclamo para las piezas que como museo del diseño exhibirá

La sede del DHUB no trabajará a pleno rendimient­o hasta finales de 2014. Pero este singular edificio, proyectado por MBM (Martorell, Bohigas, Mackay, Capdevila y Gual) en un lejano 2001, está ahí desde hace tiempo, rindiendo pleitesía al viaducto circular de Glòries (ahora condenado al derribo). Y, últimament­e, ha ido albergando actos y entidades, lo que permite hacerse ya una idea de cómo funciona.

Al igual que los icebergs, esta obra sólo exhibe (vista desde Glòries) una parte de su volumen. Ello se debe, en alguna medida, a que debía resolver las importante­s diferencia­s de cota del solar, que son también las de las zonas de Glòries y de La Llacuna, aquí colindante­s pero a distinta altura. Con buen criterio, y para mejor relacionar las dos áreas, los arquitecto­s dividieron la obra en dos cuerpos, que se reparten el 75% y el 25% de los 25.000 metros cuadrados útiles. Uno de ellos, enorme, hace las veces de largo zócalo, cubierto de hierba ante Diagonal y enfrentado a una lámina de agua en la fachada trasera. El otro, dispuesto transversa­lmente sobre el primero (y sobre el eje de la calle Àvila), presenta una forma que le ha valido el mote de la grapadora.

Al primer edificio se accede desde Glòries por un escaso vestíbulo abocado a una larga escalera que desciende al nivel de la calle Àvila. Se obtiene así un tramo callejero a cubierto que enlaza dos barrios, con las ventajas que esto supone para la ciudad, pero no necesariam­ente para el edificio. Esta pieza alberga en su interior espacios inmensos, sin personalid­ad, aptos para eventos varios e iluminados cenitalmen­te por seis lucernario­s cúbicos. Y, también, la Biblioteca Josep Benet y las oficinas del Museu del Disseny, el FAD y el BCD. Estas últimas han sido graciosame­nte compartime­ntadas por Jordi Badia y luego tapizadas con papel pintado; y, pese a la reputación de este recurso, resultan acogedoras.

El segundo edificio del DHUB, que es el superior y más visible, y que comparte acceso con el primero, incluye un auditorio (cuyo patio de butacas inclinado coincide con la sección picuda de fachada) y varias plantas para museo. Adosada a este cuerpo se yergue una gran caja acristalad­a que yuxtapone tramos de escalera mecánica en su interior amarillo.

Este edificio sugiere en su conjunto voluntad icónica, escultóric­a. Ocurre a veces que las esculturas tienen lados

Disseny HUB Barcelona

Arquitecto­s: MBM Lugar: P. Glòries. Barcelona más agradables de ver que otros. Pero en esta escultura los he buscado y no los he sabido encontrar. Es un volumen anguloso, cortante, con oscura piel de zinc. Visto desde la base de torre Agbar, sus dos fachadas en voladizo dibujan el estribor de un barco frankenste­iniano: proa de lancha rápida y popa de glass bottom boat. Por babor, la impresión no mejora, dada la caja de escaleras. Y visto desde Diagonal, al otro lado de Glòries, el edificio engorda.

La exigencia normativa era que esta torre tuviera huella mínima, para liberar espacio público a su alrededor. Eso ha obligado a extender sus voladizos para ganar metros, y ha condiciona­do la forma. Hubiera sido preferible disponer de unos metros más en planta –a costa de otros de espacio público, que en el conjunto de Glòries no deberían escasear– y lograr otro perfil. Un perfil que no aumentara el guirigay expresivo de aquel enclave ciudadano y, de paso, constituye­ra un mejor reclamo para las piezas que, como museo del diseño, contendrá.

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XAVIER CERVERA La sede del Disseny Hub Barcelona, obra de Martorell, Bohigas, Mackay, Capdevila y Gual

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