Sota, caballo y rey
En Madrid y en otros lugares de las Españas hay una expresión coloquial, muy directa, muy jerárquica, muy castellana, que suele emplearse para recordar que las cosas son como son. “Sota, caballo y rey”. Esta es la jerarquía y mejor será no discutirla.
Mariano Rajoy Brey, compareciente ayer en conferencia de prensa, mostró la sota y el caballo con los que va a jugar la partida del 14. ¿Y el rey? El rey se lo reservó para más adelante. Luego veremos por qué.
El caballo será de oros. El discurso de la recuperación económica. Una lenta y fatigosa mejora que puede hacerse cada vez más visible. Ese es el convencimiento del Gobierno y el presidente así lo expresó ayer, esta vez sin cautelas y sin miedo a un segundo fracaso narrativo de los “brotes verdes”.
Caballo de oros. Así exhibió Rajoy su mejor carta: “El 2012 fue el
Sota de bastos: no habrá consulta en Catalunya; caballo de oros: la recuperación económica
año de los ajustes, el 2013 ha sido el año de las reformas y el 2014 será el año del inicio de la recuperación. Hace doce meses dije que durante la segunda mitad de este año ya se observarían signos de mejora. Y así ha sido. De la misma manera, ahora digo que a finales del próximo año estaremos bastante mejor”.
Sota de bastos. La consulta catalana no será autorizada y no habrá negociación al respecto. No, no la habrá. La soberanía nacional española no puede fragmentarse por imperativo constitucional (artículos 1 y 2)y no cabe discusión al respecto. “Ni quiero, ni puedo”. Esa es la consigna.
Un relato binario: crisis económica y Catalunya. Los dos problemas más urgentes. Dos cuestiones que el Gobierno puede tener la tentación de cruzar argumentalmente. La reclamación de la consulta catalana como factor de freno o perturbación de la recuperación de la economía española. Atención a ese cruce argumental, que ayer el presidente del Gobierno comenzó a esbozar.
Caballo de oros y sota de bastos. Ese es el orden. No, al revés. Mariano Rajoy se limita a decir –por el momento– que la consulta pactada hace unas semanas por cuatro formaciones que suman 87 de los 135 diputados del Parlament de Catalunya no será objeto de negociación. El presidente del Gobierno de España no amenaza –por ahora– con medidas coercitivas, como le pide la aznaridad y buena parte de la opinión publicada en Madrid. Rajoy sabe que se halla ante una difícil batalla de reputación, que se desarrollará en términos estrictamente modernos: ley y opinión pública. Amenazas, cuan- tas menos, mejor. Los poderes europeos no están para aventuras, pero la cuestión catalana burbujea en la prensa ( La Repub
blica, segundo diario italiano, entrevistaba ayer a Artur Mas) y el democratismo sigue siendo una corriente fuerte en los países europeos que vivieron la derrota del nazi-fascismo. Ley y opinión pública. Mensaje claro al español medio: el Partido Popular no negociará la posible fragmenta- ción de España. (El PSOE no ha tardado en situarse, de manera inequívoca, en la misma longitud de onda). Ley y opinión pública. Más presencia del Gobierno en Catalunya en el 2014. Rajoy se alteró un poco –sólo un poco– cuando se le preguntó si viajará a Catalunya con el discurso del no como único pertrecho ante una sociedad que en sus tres cuartas partes (73,4% según la úl- tima encuesta de La Vanguardia) ve un acontecimiento democrático positivo en la propuesta de consulta.
¿Y el rey? Rajoy no quiso pronunciarse de manera explícita sobre un pasaje del reciente discurso de Navidad del jefe del Estado, en el que podía leerse una invitación a la reforma constitucional, idea previamente esbozada por el presidente del Congreso, Jesús Posada, el pasado 6 de di- ciembre, día de la Constitución. El presidente, siempre hermético sobre este asunto, se escabulló, pero cuando ya se había dado a la fuga, volvió sobre sus pasos e hizo la siguiente reflexión, con media sonrisa: “Si lo observamos bien, es Europa la que nos está modificando”. Cortina de humo o mensaje críptico. La adaptación de la Constitución a los nuevos requerimientos del orden europeo como argumento político y justificación social de una reforma que podría incluir otros contenidos, en tiempos venideros. Rajoyismos.
Y hubo una carta que el presidente se negó a jugar. Esquivó como pudo todas las preguntas sobre el anteproyecto de ley del aborto. No pronunció nunca la palabra aborto y evitó todo comentario que pudiese ser interpretado como una desautorización del ministro Alberto Ruiz-Gallardón. El impacto de ese proyecto legislativo está desbordando las previsiones del laboratorio sociológico del PP. Pedro Arriola segura-
¿Y el rey? Rajoy elude el discurso reformista del Monarca y lanza un críptico mensaje: “Europa nos modifica”
mente preveía una recompactación del electorado conservador y se está encontrando con una fuerte división ideológica de la sociedad, con fuerte irritación femenina, en un momento en que sobre los hombros de las mujeres reposan muchas estabilidades familiares sometidas a la precariedad económica. La ley Gallardón no es marianista. Ayer quedó claro. No es nada seguro que esa carta llegue al final de partida.