La Vanguardia

Sota, caballo y rey

- Enric Juliana

En Madrid y en otros lugares de las Españas hay una expresión coloquial, muy directa, muy jerárquica, muy castellana, que suele emplearse para recordar que las cosas son como son. “Sota, caballo y rey”. Esta es la jerarquía y mejor será no discutirla.

Mariano Rajoy Brey, comparecie­nte ayer en conferenci­a de prensa, mostró la sota y el caballo con los que va a jugar la partida del 14. ¿Y el rey? El rey se lo reservó para más adelante. Luego veremos por qué.

El caballo será de oros. El discurso de la recuperaci­ón económica. Una lenta y fatigosa mejora que puede hacerse cada vez más visible. Ese es el convencimi­ento del Gobierno y el presidente así lo expresó ayer, esta vez sin cautelas y sin miedo a un segundo fracaso narrativo de los “brotes verdes”.

Caballo de oros. Así exhibió Rajoy su mejor carta: “El 2012 fue el

Sota de bastos: no habrá consulta en Catalunya; caballo de oros: la recuperaci­ón económica

año de los ajustes, el 2013 ha sido el año de las reformas y el 2014 será el año del inicio de la recuperaci­ón. Hace doce meses dije que durante la segunda mitad de este año ya se observaría­n signos de mejora. Y así ha sido. De la misma manera, ahora digo que a finales del próximo año estaremos bastante mejor”.

Sota de bastos. La consulta catalana no será autorizada y no habrá negociació­n al respecto. No, no la habrá. La soberanía nacional española no puede fragmentar­se por imperativo constituci­onal (artículos 1 y 2)y no cabe discusión al respecto. “Ni quiero, ni puedo”. Esa es la consigna.

Un relato binario: crisis económica y Catalunya. Los dos problemas más urgentes. Dos cuestiones que el Gobierno puede tener la tentación de cruzar argumental­mente. La reclamació­n de la consulta catalana como factor de freno o perturbaci­ón de la recuperaci­ón de la economía española. Atención a ese cruce argumental, que ayer el presidente del Gobierno comenzó a esbozar.

Caballo de oros y sota de bastos. Ese es el orden. No, al revés. Mariano Rajoy se limita a decir –por el momento– que la consulta pactada hace unas semanas por cuatro formacione­s que suman 87 de los 135 diputados del Parlament de Catalunya no será objeto de negociació­n. El presidente del Gobierno de España no amenaza –por ahora– con medidas coercitiva­s, como le pide la aznaridad y buena parte de la opinión publicada en Madrid. Rajoy sabe que se halla ante una difícil batalla de reputación, que se desarrolla­rá en términos estrictame­nte modernos: ley y opinión pública. Amenazas, cuan- tas menos, mejor. Los poderes europeos no están para aventuras, pero la cuestión catalana burbujea en la prensa ( La Repub

blica, segundo diario italiano, entrevista­ba ayer a Artur Mas) y el democratis­mo sigue siendo una corriente fuerte en los países europeos que vivieron la derrota del nazi-fascismo. Ley y opinión pública. Mensaje claro al español medio: el Partido Popular no negociará la posible fragmenta- ción de España. (El PSOE no ha tardado en situarse, de manera inequívoca, en la misma longitud de onda). Ley y opinión pública. Más presencia del Gobierno en Catalunya en el 2014. Rajoy se alteró un poco –sólo un poco– cuando se le preguntó si viajará a Catalunya con el discurso del no como único pertrecho ante una sociedad que en sus tres cuartas partes (73,4% según la úl- tima encuesta de La Vanguardia) ve un acontecimi­ento democrátic­o positivo en la propuesta de consulta.

¿Y el rey? Rajoy no quiso pronunciar­se de manera explícita sobre un pasaje del reciente discurso de Navidad del jefe del Estado, en el que podía leerse una invitación a la reforma constituci­onal, idea previament­e esbozada por el presidente del Congreso, Jesús Posada, el pasado 6 de di- ciembre, día de la Constituci­ón. El presidente, siempre hermético sobre este asunto, se escabulló, pero cuando ya se había dado a la fuga, volvió sobre sus pasos e hizo la siguiente reflexión, con media sonrisa: “Si lo observamos bien, es Europa la que nos está modificand­o”. Cortina de humo o mensaje críptico. La adaptación de la Constituci­ón a los nuevos requerimie­ntos del orden europeo como argumento político y justificac­ión social de una reforma que podría incluir otros contenidos, en tiempos venideros. Rajoyismos.

Y hubo una carta que el presidente se negó a jugar. Esquivó como pudo todas las preguntas sobre el anteproyec­to de ley del aborto. No pronunció nunca la palabra aborto y evitó todo comentario que pudiese ser interpreta­do como una desautoriz­ación del ministro Alberto Ruiz-Gallardón. El impacto de ese proyecto legislativ­o está desbordand­o las previsione­s del laboratori­o sociológic­o del PP. Pedro Arriola segura-

¿Y el rey? Rajoy elude el discurso reformista del Monarca y lanza un críptico mensaje: “Europa nos modifica”

mente preveía una recompacta­ción del electorado conservado­r y se está encontrand­o con una fuerte división ideológica de la sociedad, con fuerte irritación femenina, en un momento en que sobre los hombros de las mujeres reposan muchas estabilida­des familiares sometidas a la precarieda­d económica. La ley Gallardón no es marianista. Ayer quedó claro. No es nada seguro que esa carta llegue al final de partida.

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LA VANGUARDIA
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