La Vanguardia

Jalar halal

- Quim Monzó

Marks & Spencer autoriza a sus cajeros musulmanes a no servir derivados del cerdo a los clientes

Marks & Spencer (la añorada Marks & Spencer que un día cerró sus tiendas en el continente, incluidas las de Barcelona) ha provocado ahora una gran polémica entre las cadenas de supermerca­dos británicas. Ha sido al anunciar que autoriza a sus empleados musulmanes a negarse a servir a sus clientes alcohol o derivados del cerdo. En cambio, otra gran cadena –Sainsbury’s– dice que no hay ninguna razón por la que dependient­es que no beben alcohol y no comen panceta no puedan servir esos productos. Nadie les pide que coman panceta o beban whisky. Y tiene razón: los dependient­es no entran en contacto con el alcohol, que viene embotellad­o. Entran en contacto con la botella. Tampoco tocan la panceta, porque viene dentro de blísteres herméticos. La situación es aún más intrigante si pensamos que en países musulmanes como Marruecos o Túnez, los dependient­es de los súpers –musulmanes– venden cerdo y alcohol sin ningún problema. Pero, claro, la población musulmana que en Gran Bretaña intenta marcar cada vez más paquete viene de países donde el fundamenta­lismo es la ley, y en dos lustros se ha duplicado. Tesco, la otra gran cadena británica, dice que no tiene ningún sentido contratar dependient­es para hacer un trabajo –en la sección de productos alimentici­os y bebidas alcohólica­s, por ejemplo– y que luego se nieguen a atender a los clientes por razones religiosas. Pero no es nada nuevo. En el 2006 un farmacéuti­co musulmán se negó a vender una píldora del día siguiente a una señora porque eso molestaba “sus conviccion­es religiosas”. Y el año pasado, en una tienda de esas que venden desde esparadrap­o a christmas, pasando por tabaco, una dependient­a musulmana se negó a vender un paquete de pitillos a un cliente porque –dijo– vender tabaco está en contra de su religión.

Es interesant­e el reportaje que Robert Mendick publica en The Telegraph: “La semana pasada, en una de los tiendas de Marks & Spencer del centro de Londres, una cajera musulmana dijo a los clientes que hacían cola con productos que incluían cerdo o alcohol que esperasen a que hubiese otra caja disponible. Un cliente explica: ‘Yo llevaba una botella de champán y la cajera, que iba con la cabeza cubierta con un pañuelo, se disculpó pero me dijo que no podía servirme. Me dijo que esperase hasta que hubiese otro empleado disponible. Me quedé de piedra. No me había pasado nunca antes’”. Hay ingleses que bromean y dicen que el siguiente paso en esa pakistaniz­ación de los súpers británicos será la instalació­n de cajeros sólo para mujeres. Así, los hombres podrán evitar entrar en contacto con el pecaminoso sexo opuesto. Curiosamen­te, en Catalunya, en los colmados pakistaníe­s no tienen ningún problema en venderte tantas bebidas alcohólica­s y tantos derivados del cerdo como quieras mientras pagues religiosam­ente, seas de la religión que seas. Igual hay ya jamón halal y no lo sabemos.

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