Mea culpa
Los individuos sabemos, pero no cumplimos, como tantas otras normas, que en democracia el valor más reconocido es el derecho a ejercer el voto. A la vista de las encuestas y de la opinión publicada nos percatamos, y creemos que es cierto, de que la responsabilidad principal de un país en democracia cuando no funciona es de los políticos, de los corruptos, de los paraísos fiscales y de la parcialidad en la justicia.
Me atrevería a decir que todo ello es la consecuencia. La causa es la acción de votar de los ciudadanos que estamos en edad de ejercerla. ¿Para qué sirve la democracia, sino para cambiar a los gobiernos cuando no funcionan? Somos nosotros, los ciudadanos, quienes podemos premiar o castigar, con nuestro voto, a aquellos políticos que no han sabido gobernar y han tolerado la corrupción, los paraísos fiscales y la discriminación judicial.
No es la primera vez, y por desgracia no será la última, que en algunas comunidades autónomas ha existido corrupción política y en las elecciones los ciudadanos no hemos mostrado nuestro rechazo a los políticos que la han tolerado e incluso compartido. Luego no vale quejarse. Tenemos que ser responsables de nuestros actos y de nuestro poder con el voto. JOSEP MARTÍN COLL Suscriptor Sant Cugat del Vallès