Argumentos literarios
Hace algunos días encontré en una librería de Lyon una pegatina en la que una gruesa tipografía de colores chillones gritaba: “Intellectuel ta mère!”. Pocos días después, bajo el título de “Qui acusa?”, se inauguraba en Barcelona un congreso sobre la figura del intelectual europeo. Aunque compartan la ironía, estas dos fórmulas son esencialmente diferentes, pues tienen una historia compartida sólo parcialmente. ¿Es Europa un espacio intelectual? Así como la literatura europea no es sólo un conjunto de libros en muchas lenguas, la idea de un espacio intelectual europeo no es la suma de unos nombres, sino la capacidad de pensarse en una dimensión doble y poner en relación las reflexiones que han surgido en otros lugares con la propia tradición cultural y las necesidades de la sociedad de la que el intelectual o el escritor forma parte.
Catalunya es uno de los pocos lugares de Europa donde apenas hay euroescepticismo; siempre hemos sido inmoderadamente europeístas porque nuestros escritores siempre lo han sido. Leer a Rusiñol significa retomar a Ibsen; leyendo a Maragall nos pensamos con Goethe y Nietzsche; el Glosari de Eugeni d’Ors es la reescritura con-
La interiorización intelectual de Europa en la cultura catalana debería ser el horizonte de todo debate
tra Voltaire del Dictionnaire philosophique portatif; de Joan Fuster, leemos el Diccionari per a ociosos como una respuesta a Ors con Montaigne, Camus y Erasmo, pese a parecer tan sartriano; sin Proust Josep Pla sería muy diferente y Llorenç Villalonga quizá ni existiría. Estos escritores, junto con los Xammar, Gaziel, Foix, Gasch, etcétera, significan nuestra modernidad literaria e intelectual, y señalan el marco donde somos inteligibles. Ningún gran escritor catalán es sólo catalán. Esta actitud, desplegada en sus lectores, constituye una de las estructuras más sólidas de nuestra cultura y, de hecho, es una declaración de independencia crítica y de conciencia de relación crítica. Ya cuando Aribau fundó, en 1823, una revista no dudó en llamarla El Europeo.
Por eso las alusiones a Europa en el actual momento político son tan frecuentes: parten de esa perspectiva en que lo propio es lo europeo y lo catalán su concreción. Que el Parlamento Europeo considere la cuestión catalana un asunto interno de un Estado y no una cuestión interna europea que afecta a millones de ciudadanos europeos nos resulta incomprensible. La interiorización intelectual de Europa en la cultura catalana, la conciencia de pertenecer a ese espacio es tan clara, que debería ser el horizonte lógico de todo debate: aquí, pero también en Bruselas y Estrasburgo. La literatura nos ha dado los argumentos más sólidos para que nuestro debate político sea nacional y europeo. A nuestros posibles intelectuales de hoy les corresponde hacerse cargo de su propia y doble tradición.