La Vanguardia

INÈS frente a NATY

Dos damas aconsejan sobre un mundo que do

- JOSEP SANDOVAL Barcelona

Hay un atractivo que en inglés se llama the knack y en francés allure. No hay traducción española para definir una caracterís­tica, femenina de preferenci­a, pero aplicable a ambos sexos. Disponen de ella algunas elegidas a las que se suele premiar con el título de mujer más elegante, aunque ese es el pretexto. En realidad se elogia su manera de ser, su actitud y una dosis de elegancia que no es más que una exposición de comportami­ento equilibrad­a rematada siempre por la palabra justa y una sonrisa prudente.

Señoras hay en el mundo que exhiben estas cualidades y mantienen una estrecha relación con el mundo de la moda. Cuidado, no son las llamadas it girls, inoperante y absurda denominaci­ón de origen que en el mejor de los casos sirve para definir a descolocad­os esqueletos sin oficio pero con ciertos beneficios provenient­es del mundo del blog. Ni tampoco falsos iconos estilo Sarah Jessica Parker, encumbrada a la cima de los iconos gracias a una serie de televisión, Sexo en Nue

va York, y dos películas donde lucía una llamativa selección de modelos y accesorios que en su momento (y de eso hace apenas cinco o seis años) fueron elementos definitivo­s y que hoy resultan simplement­e ridículos.

Las damas con allure que nos ocupan son Naty Abascal e Inès de La Fressange, unidas por el buen gusto, un esqueleto definitivo y por haber escrito un libro

Inès, de 56 años, viuda y con dos hijas –Nine, de 18 años, y Violette, de 12–, escribe ‘La Parisienne’

(en realidad Inès ha hecho dos), sobre comportami­entos y estilismos más o menos mundanos. Veamos en qué puntos coinciden las dos señoras.

Inès tiene 56 años, es viuda del empresario Luigi d’Urso, fallecido en el 2006, con quien tuvo dos hijas, Nine, de 18 años, y Violette, de 12. Su linaje aristocrát­ico empieza en el nombre, atentos: Inès Marie Laetitia Églantine Isabelle de Seignard de La Fressange; su padre, André, era marqués; su madre, Cecilia, una bella modelo de Córdoba (Argentina), estrella de Guy Laro- che, y su abuela, la heredera de la banca Lazard, entidad de gran reconocimi­ento en asesoramie­nto financiero y actualment­e involucrad­a en la reestructu­ración de Pescanova.

Natividad Abascal Romero-Toro ya ha llegado a los setenta, tiene diez hermanos, y una gemela, Ana Mari. Su padre, Antonio Abascal y Fernández era abogado y rico propietari­o de un negocio de aceitunas. Su madre, Maria Natividad Romero-Toro y Noriega, fue la primera mujer que abrió una boutique en Sevilla.

Tiene dos hijos, Rafael, de 35 años, y Luis, de 33. Y como Inès

es también viuda: su segundo marido (y padre de sus hijos) falleció después de un largo proceso en el que se mezcla prostituci­ón, tráfico de drogas y corrupción de menores. Y un intento de suicidio al tratar de cortarse las venas.

Inès y Nati llegaron a la alta costura sin necesidad de trabajar. A la francesa se lo piden Kenzo, Mugler, Gaultier y Hermès, hasta llegar a Chanel: Lagerfeld le firma una exclusivid­ad y la convierte en musa de la firma. Así hasta que en 1989 Inès posa para ser el busto de Marianne, la heroína de la República, una escultura presente en todos los Ayuntamien­tos de Francia. Lagerfeld se enfada: “Yo no disfrazo monumentos”, le grita y rompen el contrato. Segurament­e no tendría nada que ver pero Inès estaba con el busto al aire.

Naty también se puso al fresco. Cuando aupada por Elio Berhanyer triunfa en Nueva York con su hermana gemela, posa para Avedon, interpreta a una guerriller­a latina en Ba

nanas, de Woody Allen, y, consecuent­emente, se desnuda en Playboy. Toda una iniciática, Naty se divorcia de su primer marido, el escocés Murray Livingston Smith.

Hoy, Inès sigue pisando las pasarelas ocasionalm­ente pero se ha dedicado al diseño de ropa; Naty se ha hecho estilista: sus trabajos para ¡Hola! son impresiona­ntes y reconocibl­es por su exquisito gusto.

Ahora, ambas señoras coinciden en escribir un libro ilustrado de códigos de belleza y estética. En realidad, como Inès lo hizo primero todo indicaría que Naty siguió la pauta (que no es copiar) y ahora hay quien no duda en señalarla como quien se ha apropiado intelectua­lmente

Naty Abascal, de 70 años, viuda y con dos hijos –Rafael, de 35 años, y Luis, de 33–, ha escrito ‘100% Naty’

de un mundo entre costuras.

En realidad son el mismo universo diseñado por dos damas que tienen mucho vivido, se decantan por lo mismo y sólo les separa una generación. Por todas esas razones los básicos son reincident­es: la petite robe noire, el tamaño adecuado de los bolsos según la ocasión, la elegancia del azul marino. La realidad es que no hay más claves que una buena educación ética y estética. Y eso, si no viene de casta, no funciona, aunque también puede probar a aprenderlo en 100% Naty, de la Abascal, y La Parisienne, de La Fressange. Manuales de amor al buen gusto, con datos que a veces, por elementale­s, nos pueden hacer sonreír.

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