Un gran y fértil grabador
El 7 de diciembre nos dejó Joan Barbarà después de una trayectoria larga y fértil, justo cuando hacía unos días que había inaugurado la exposición Mediterrani en el Museu de Montserrat. El que ha sido el grabador más destacado de la Catalunya contemporánea, maestro y mentor de muchas generaciones y elegido numerario de la Reial Acadèmia de Belles Arts de Sant Jordi, se inició en la pintura, aunque pronto se entregó al grabado calcográfico en todas sus variantes, donde supo infundir un alto nivel creativo. Lo certifica el hecho de que los artistas más prestigiosos reclamaran su colaboración, desde Picasso, Matisse, Miró, Masson o Hartung hasta Tàpies, Chillida, Saura o Beuys, e incluso de las generaciones recientes, Víctor Mira, Plensa o Barceló. Se introdujo en el mundo del grabado en el taller de Francesc Mèlich, donde coincidió con el artista francés Edouard Chimot, y a partir de 1957, y gracias a una oportuna beca concedida por el Instituto Francés de Barcelona, se perfeccionó en los talleres gráficos más prestigiosos de París y asistió a la academia La Grande Chaumière. En 1959, con Lluís Bracons y Suzanne Duplessis, creó el Atelier de Recherches Plastiques et Téchniques Calcographiques, donde abrió una vía experimental que marcó su carrera posterior. En 1966, en Barcelona, se integró en el taller del editor Gustavo Gili, que le confió sus ediciones gráficas, y en 1975 fundó su propio taller, donde aún seguía trabajando y desde el cual colaboró con numerosos artistas y en la primera época para las ediciones de Aimé Maeght, y realizó una ingente tarea como divulgador. Paralelamente, desarrolló su propia carrera de pintor, grabador e ilustrador de ediciones de bibliófilo, de la que hay que destacar la serie de aguafuertes Negre sobre negre.