En el lago de los signos
Miquel de Palol publica un caleidoscopio narrativo, mezcla de aforismos, teatro, ensayo, cine, relato y música
Miquel de Palol sigue dinamitando las estructuras narrativas tradicionales en su nuevo libro, El llac dels signes (Proa), que él define como “una agitación de géneros”, pero que en realidad se escapa de las definiciones convencionales. Hay en su interior aforismos, una obra de teatro, un guión de cine, algún poema, relatos cortos y reflexiones sobre la música, el arte, la política, la justicia, la cultura, la sociedad catalana o el erotismo. Es un organismo vivo que se metamorfosea según quiera el lector. “Se puede leer –dice– o bien de forma lineal o bien recorriendo los pasadizos interiores que hay en el libro que enlazan personajes y temáti- cas”, para lo cual ha dispuesto un índice onomástico y temático a modo de brújula.
El autor propone un “caleidoscopio ordenado”, que empieza por la portada. Una versión de El retrato de Mr James de Magritte (un hombre mirándose la nuca en un espejo), sólo que aquí hay una galería de espejos y al fondo, se insinúa el reflejo frontal del que mira y abre la posibilidad de una galería inversa. Y una más: sobre la repisa de la chimenea, en lugar del libro de Poe, la portada de El llac dels signes.
Es un libro poético, reflexivo y también sulfuroso, sobre todo en los aforismos, teñidos con la contundencia del Nietzsche más epigramático. Especialmente virulentas son sus reflexiones sobre España y sobre los catalanes. Una España que le indigna y una Catalunya que le avergüenza.
En otro nivel de lectura, el libro es una maquinaria musical que despliega numerosos elementos de geometría simbólica. Miquel de Palol sigue “el modelo de los músicos neoplatónicos que prepararon el camino que llevó al viejo Bach a los ejercicios para teclado, a la forma liberada de la anécdota”. Y cita la frase de Leibniz recogida por Schopenhauer: “la música es un ejercicio inconsciente de aritmética en que la mente no sabe que está contando”. Y en el nivel más complejo de lectura, intervienen las ideas sobre el pitagorismo y su transmisión a través del misterismo egip- cio, la cábala, el esoterismo árabe o la teoría del juego de los economistas. El lector que no quiera meterse en estos senderos puede saltar a los aforismos. Hay ahí diatribas incendiarias contra la cultura Martí Pol-Lluís Llach, contra la España que atenaza a Catalunya, contra “la cobardía y falta de unidad catalana” y sobre “la autodestrucción del Estado, con los ciudadanos que tienen la percepción de que el Estado no garantiza sus derechos y de que viven en un nuevo feudalismo en el que financieros salvados por el dinero público viven tranquilamente al margen de la ley”.