La Vanguardia

Un equipo de contrastes

- Jordi Costa

La victoria del Manchester City sobre el Liverpool en el Boxing Day, aunque quizás inmerecida, sitúa a los citizens segundos de la liga inglesa a sólo un punto del liderato. La remontada del City, que hace un par de semanas estaba a seis puntos de la cabeza, confirma su condición de favorito al título aunque el equipo de Pellegrini sigue exhibiendo un exagerado contraste entre su potencial ofensivo y su vulnerabil­idad defensiva.

Cinco años después de ser adquirido por un grupo inversor de los Emiratos Árabes, el City ha completado el proceso obligado que conduce de nuevo rico a equipo que aspira a todo. Tras dos fracasos consecutiv­os en la fase de grupos de la Champions, la llegada de Pellegrini al banquillo en sustitució­n de Mancini ha roto la dinámica y ahora persigue el objetivo de dejar de ser una yuxtaposic­ión de estrellas para consolidar­se como un colectivo competitiv­o al máximo nivel.

El City dispone del mejor elenco ofensivo de Inglaterra, encabezado por un Kun Agüero ahora lesionado pero que ha alcanzado su madurez, con un Negredo en estado de gracia, más suplentes de lujo como Dzeko o Jovetic, con Navas y Milner como recursos de banda y una segunda línea no menos deslumbran­te en la que Sil- va y Nasri aportan luz y Touré, potencia y pegada.

Lo más llamativo de este ataque no son sus cifras –entre Agüero, Negredo y Touré suman 30 goles en Premier– sino su variedad de recursos: es un equipo que hace daño al contraataq­ue pero que tiene armas para atacar en estático, con movilidad y precisión por los pasillos interiores y con las llegadas por sorpresa de sus laterales.

El City es un equipo temible porque, ya sea con el habitual 4-4-2 o con el 4-2-3-1 alternativ­o, llega al área rival con muchos efectivos, ya que Touré se suma sin complejos a los futbolista­s de corte ofensivo –Kun, Negredo, Silva y Nasri o Navas– que suele alinear Pellegrini. Pero justamente eso es lo que le hace vulnerable en sus transicion­es defensivas: tiene muchos futbolista­s por delante del balón y le cuesta replegarse.

De hecho, el City guarda un cierto parecido con el Barça: ambos quieren jugar en campo contrario, con posesiones largas cerca de la portería rival, para sacar partido de su potencial ofensivo y, a la vez, para defenderse a través del balón y evitar que sus deficienci­as defensivas queden al desnudo. Y ambos temen especialme­nte a los equipos que amenazan con ganarle la espalda al contraataq­ue. Es por eso que Pellegrini, como ha hecho Martino en algunos pasajes de la temporada, no siempre opta por la presión alta, sino que a veces prefiere esperar a media cancha para ofrecer menos espacios a su espalda.

Y es que el City queda huérfano atrás cada vez que pierde el balón. El empuje ofensivo de Touré, que tanto suma en ataque cuando aparece desde segunda línea, deja sólo a Fernandinh­o como ancla defensiva. El brasileño, llegado del Shakhtar a precio de crack, no resiste comparació­n con Busquets en cuanto a inteligenc­ia táctica, de modo que la defensa queda expuesta y sufre porque los laterales –Zabaleta y Kolarov– son mejores atacando que defendiend­o y porque los centrales andan lesionados –Nastasic– o son lentos, como es el caso de Kompany y

El City remonta a caballo entre su poder ofensivo y su defensa vulnerable

Lescott. Sirva como dato que el City también buscó central el pasado verano y acabó fichando a Demichelis.

Es obligado, pues, desconfiar de la capacidad ofensiva del City pero el Barça tiene armas para imprimir el ritmo y la profundida­d que le permitan aprovechar las deficiente­s transicion­es defensivas del equipo inglés. El City, en efecto, era el peor rival del bombo de octavos pero, si los de Martino mantienen las constantes apuntadas en los últimos partidos, no tienen motivos para sentirse inferiores.

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JOHN POWELL / GYI Celebració­n de Kompany y Negredo
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