Arvind Kejriwal
Arvind Kejriwal promete rebajar a la mitad la factura de la luz y dar agua gratis
JEFE DE GOBIERNO NUEVA DELHI
El luchador anticorrupción Kejriwal (45) dirigirá el Gobierno del distrito federal de Delhi con su Partido de la Gente Corriente (segundo en las elecciones). Ha prometido un órgano anticorrupción más estricto que el nacional.
Algo extraordinario sucedió ayer en Delhi: un hombre austero cogió el metro como todos los días –esta vez, seguido por una nube de cámaras– y en nombre del flamante Partido de la Gente Corriente (AAP en sus siglas en hindi) tomó posesión de la metrópoli de 17 millones de habitantes. En la misma explanada en la que hace dos años acampaba por el movimiento India Contra la Corrupción, Arvind Kejriwal quiso jurar ayer el cargo de primer ministro de Delhi, distrito federal.
“No paguéis nunca más una mordida, llamadnos”, clamó ante los cien mil simpatizantes que le arropaban. La mayor parte de ellos iban ataviados con el topi o gorro nehruviano que popularizó Anna Hazare, el luchador gandhiano. La imagen de Hazare galvanizó el movimiento, aunque el cerebro siempre fue Kejriwal.
Aquella agitación anticorrupción sacudió Nueva Delhi entre el 2010 y el 2011, hasta poner contra las cuerdas al Gobierno y lograr que ambas Cámaras se comprometieran a crear una oficina del Defensor del Pueblo con poderes para perseguir la corrup- ción, una promesa que sólo se ha materializado, y bastante diluida, esta semana.
Pese al hartazgo ciudadano, lo previsible era que el movimiento se fuera deshilachando, como ha sucedido con otros movimientos de indignados. Sin embargo, Arvind Kejriwal y los suyos optaron por articularlo a tiempo en un partido, el de la Gente Corriente, ya en el 2012, en contra de la opinión de puristas como el propio Hazare, que se desvinculó. Sin dinero, pero con voluntarios entusiastas, contra todo pronóstico, en las recientes elecciones de Delhi el AAP lograba 28 de los 70 escaños en juego. Su símbolo es una escoba, con la que de momen- to han barrido al Partido del Congreso y a la tres veces primera ministra Sheila Dikshit. Esta mujer de 75 años, la mañana de los comicios replicaba desdeñosa a la prensa: “¿Quién es Arvind Kejriwal?”. Respuesta: el hombre que le ha arrebatado hasta su propio escaño.
El conservador BJP logró tres diputados más que el AAP pero fue incapaz de llegar a un acuerdo con Kejriwal o el Partido del Congreso. Y confiaba en que el maximalismo asambleario de los de Kejriwal abocaría a nuevas elecciones. No ha sido así. El partido consultó a través de internet y de cientos de asambleas y llegó a la conclusión de que tres cuartas partes de sus simpatizantes –muchos jóvenes, de todas las clases– querían pasar de las quejas a la acción. Negoció con el Partido del Congreso y este le ha dado apoyo externo para gobernar.
Kejriwal viajaba ayer en metro porque ya ha dicho que él y sus seis ministros –todos menores de 50 años– renuncian al coche oficial –el proverbial Ambassador con sirena–, a la escolta y al bungalow. Toda una revolución en la cultura política india del privilegio. Del mismo modo, a las preguntas televisivas en inglés res- ponde en hindi, para que le entiendan todos sus votantes.
Mientras otros se enzarzan en conceptos abstrusos como las “reformas”, el Partido de la Gente Corriente promete desde mañana mismo cosas concretas como rebajar “las abusivas facturas de la luz” a la mitad y dar agua gratis a las familias que consuman menos de 700 litros al mes. Al director de la compañía de agua y a otros ocho altos funcionarios los cambió de destino ayer mismo en su primer consejo de ministros.
Antes de quince días intentará aprobar, para su propia administración, un organismo anticorrupción más estricto que el nacional. También ha prometido 500 escuelas públicas y más y mejores hospitales. Sólo le falta explicar
A seis meses de las elecciones generales, está por ver si el movimiento arraiga en otras ciudades
de dónde va a sacar el dinero. Y, a seis meses de las elecciones generales, está por ver si su movimiento tiene recorrido en la mayoritaria India rural o, por lo menos, en otras grandes ciudades.
El nuevo primer ministro de Delhi, Arvind Kejriwal, ingeniero de 45 años, descubrió su vocación justiciera tras obtener una plaza de inspector de Hacienda y ver lo que se cocía. Y en el 2005 impulsó la ley de Derecho a la Información, que terminó con la opacidad de la administración.