Pablo Ruz
El juez Ruz relanza el caso Bárcenas pese a los informes y las previsiones en contra
INSTRUCTOR DEL CASO BÁRCENAS
El juez Ruz ha dado un giro inesperado al caso Bárcenas, con decisiones que demuestran su independencia del poder político. Pero no es el único. Como Ruz, otros jueces sacan adelante sumarios delicados sin subordinaciones.
Se las prometía muy felices el PP cuando el joven y circunspecto Pablo Ruz asumió el caso Bárcenas hace diez meses. Nada de sustos –calcularon– como los que el juez Javier Gómez Bermúdez parecía dispuesto a dar al partido gobernante antes de perder la instrucción tras un encarnizado conflicto de competencias. Pues bien: ni en sus peores sueños de aquellos días de marzo habrían imaginado los dirigentes populares una tal sucesión in crescendo de palos y bochornos judiciales como la que habría de sufrir a lo largo del año.
Los acusados y el PP tienen ante sí a un juez respetado al que los superiores vienen respaldando en todo
con el colofón del reciente envío a su sede de media docena de policías especializados en delitos económicos con la misión de requisar papeles cuya existencia el partido se había empeñado en negar. No es raro que hasta un destacado miembro del propio PP, su portavoz vasco Borja Sémper, se declarara “avergonzado” ante semejante espectáculo.
La inicial y extendida creencia de que Ruz iba a ser algo así como un juez amigo para el PP vino inducida por tres factores: uno, su situación de provisionalidad al hallarse en la Audiencia en comisión de servicios, lo que tratándose de un hombre poco amigo de los focos podía inclinarle a hacer lo posible por evitarse líos; dos, su aparente tendencia a seguir el camino marcado por la Fiscalía Anticorrupción, según indicaban sus primeras resoluciones; y tres, su imagen de tipo tímido y perfiles bajos, tal vez sin la garra necesaria para desafiar al poder ejecutivo. Con estas trazas, la propensión al maniqueísmo de algunos medios y analistas acabó de situar al tímido Ruz como la antítesis del bravo Bermúdez.
El primer desengaño se lo llevó el PP por partida doble, allá por abril. Ruz expulsó al partido sin miramientos como acusación popular del caso Gürtel por haber ejercido realmente como “defensa” de Bárcenas y otros. E impidió a la formación personarse en la pieza separada sobre su propia contabilidad B porque nadie puede ejercer como acusador en una causa judicial de la que puede salir condenado, dijo el juez en referencia a la posible responsabilidad subsidiaria del PP por delitos contra el fisco.
La tesis del supuesto seguidismo de Ruz respecto a las directrices de Anticorrupción se fue desbaratando poco a poco. El instructor empezó a contradecir al fiscal cuando, en contra de su criterio, citó a testificar a los exsecretarios generales del PP Javier Arenas y Francisco Álvarez–Cascos; siguió haciéndolo al señalar indicios de delito en la destruc- ción de los discos duros de los ordenadores de Bárcenas, así como al imputar e interrogar al gerente del PP manchego, José Ángel Cañas, en relación con la supuesta comisión de 200.000 euros que Sacyr habría pagado en el 2007 a la formación durante la precampaña de María Dolores de Cospedal como candidata autonómica.
Por último, el juez también discrepó del fiscal Antonio Romeral cuando, la noche del 19 de diciembre, envió a la policía a la sede del PP para exigir a sus jefes que de una vez le dieran todos los documentos relacionados con las obras de reforma efectuadas años atrás en el edificio y parcialmente abonadas en negro al arquitecto Gonzalo Urquijo. El representante del ministerio público se había conformado con un enésimo requerimiento por escrito de esos documentos al PP, pero obviamente Ruz ya estaba harto de respuestas inciertas en las que el partido aseguraba que ya se lo había enviado todo. De hecho, el 2 de diciembre, el PP había dicho eso mismo en una carta al fiscal que, sin embargó, cometió el error de ilustrar con doce papeles que no había entregado hasta la fecha. El escrito, por cierto, constituía una encendida protesta contra el auto en que el juez acababa de dar por “indiciariamente confirmada” la existencia de una caja B en el PP. Con la intervención policial del 19 de diciembre, Ruz obtuvo 5.067 folios con facturas y contratos de la rehabilitación del PP; hasta entonces el partido sólo le había proporcionado 520 hojas.
En las próximas semanas, el juez interrogará a empresarios y miembros del PP; recibirá una decena de informes y conclusiones sobre distintas vertientes del ca-
so Gürtel, y analizará esos 5.067 folios requisados hace diez días.
Hace un par de meses, los informes de Fiscalía, Hacienda e Intervención del Estado apuntaban hacia un inminente archivo del caso Bárcenas, tal vez con la salvedad de algunos flecos que podrían derivarse a juzgados de Madrid y Toledo. Hoy, las perspectivas son inciertas y sobre todo mucho más inquietantes para el PP. Y el juez no está sólo. La sala penal de la Audiencia viene respaldándole en todo, y su rigor le ha granjeado un respeto inusitado. Nadie tose hoy al juez Ruz.