La juez Alaya, una apisonadora que supuso el fin de la era Chaves-Griñán
En sus investigaciones sobre el fraude de los ERE en Andalucía, la juez del caso, Mercedes Alaya, ha actuado como una apisonadora. Es decir, a velocidad lenta, pero con resultados aplastantes. Desde luego, los ha tenido en el ámbito político, porque caben pocas dudas de que fue su rodillo instructor el que precipitó determinadas decisiones en el PSOE andaluz, como la dimisión del entonces presidente de la Junta, José Antonio Griñán.
Ha sido, en suma, el caso de los ERE el que ha puesto fin a la larga era Chaves-Griñán, cuestiona- da frontalmente en este procedimiento. Desde el comienzo quedó claro que la juez Alaya apuntaba alto, pero tardó mucho en disparar. Y cuando lo hizo fue corregida en primera instancia, porque las imputaciones de ambos expresidentes de la Junta de Andalucía llevaban más por el camino de las responsabilidades políticas que por el del señalamiento de concretas conductas merecedoras de reproche penal.
De hecho, el primer auto de la magistrada contra dichos dirigentes socialistas fue recurrido por la propia Fiscalía Anticorrupción. Se dijo de aquella resolución que había sido de “preimputación”, so pretexto de facilitar a ambos expresidentes la posibilidad de defenderse. En el segundo intento no ha habido recurso de la Fiscalía, pero está por ver si la juez podrá concretar sus sospechas y supuestos indicios.
Ciertamente, la intervención avisó de manera reiterada a altos cargos de la Junta del coladero que suponía la falta de control en la gestión de los ERE en Andalucía. Pero no ha habido pruebas concretas ni testimonios rotundos en el sentido de que esas advertencias llegaran hasta lo más alto del Gobierno andaluz. Las señales de alarma hubieran tenido que sonar, en todo caso, y de ahí las responsabilidades políticas contraídas y finalmente asumi- das. El PSOE ha pagado un precio, porque tuvo que organizar un remedo de primarias a toda prisa para elegir a la actual presidenta andaluza, Susana Díaz, cuya irrupción en el firmamento político ha despertado numerosas expectativas, no todas vistas con agrado en la dirección socialista.
La crítica más extendida a la juez Alaya ha sido, en cambio, la de la lentitud en el proceso, que se vio afectado también por un paréntesis en que estuvo de baja por enfermedad, se ha dicho que causada en parte por el estrés acumulado. Junto a ello, las decisiones de la juez han sido muy discutidas por su acompasamiento con el calendario político. Pero la magistrada ha seguido con su avance paulatino y a la vez imparable. Sus últimas incursiones han puesto en evidencia a la UGT de Andalucía, por sus irregularidades con las subvenciones recibidas de la Junta.