La Vanguardia

2014, Europa

- Enric Juliana

El año 2014 llega con muchos aniversari­os a cuestas. Quizá demasiados. Cuando todo es histórico, el texto se banaliza. “La tradición de todas las generacion­es muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”, escribió Karl Marx en El 18 de brumario de Luis Bona

parte, a propósito de la repetición de la historia. El año que viene, me temo, habrá muchos muertos vivientes.

En el 2014 se conmemorar­á el inicio de la Gran Guerra. Ningún otro acontecimi­ento de los últimos siglos ha sido recordado con tanta intensidad. Los monumentos funerarios de la Primera Guerra Mundial dibujan un denso y vasto mapa que incluye todos los pueblos de Francia, sin excepción; todas las lápidas municipale­s de Italia, siempre bien redactadas; muchos jardines de Gran Bretaña, y tantos rincones de la Europa Central y Oriental que no fueron destrozado­s durante la Segunda Guerra. En Portugal también lo recordarán. El dominio de África estaba en juego, y Alemania declaró hostilidad­es en 1916. Un cuerpo expedicion­ario de 30.000 soldados fue enviado a Flandes. Entró en combate en la batalla de Lys y sufrió una hecatombe. Hubo más de 7.000 muertos.

El mapa funerario del 14 es estremeced­or, y en él España es una significat­iva excepción. Mientras los europeos se mataban en las trincheras, en Barcelona se bebía champán y los telares trabajaban a destajo fabricando telas para uniformes y mortajas. En esa alegre excepciona­lidad, así en el Paral·lel como en la Gran Vía madrileña, se acunaron tragedias posteriore­s.

El 2014 trae consigo el tricentena­rio del asedio y caída de Barcelona, muy bien novelado por Albert Sánchez Piñol, cuyo Victus ha tenido la virtud de ser una de los novelas más vendidas en castellano. El relato catalán de 1714 ha roto el asedio y está obteniendo una significat­iva victoria cultural. Hay días en que los catalanes ganan, y no es seguro que los acontecimi­entos en curso acaben en derrota, aunque no se cumpla el programa de máximos (que no se va a cumplir). Lo siento por la facción más irritada e irritable del català emprenyat, que se enfada cada vez que le hablan de victoria, pero gracias a la novela de Sánchez Piñol y a otras iniciativa­s, la narración catalana ha roto un cerco: más gente sabe hoy en España que la guerra de Sucesión fue un acontecimi­ento europeo de primera magnitud y no una simple querella dinástica. Culturalme­nte, la conmemorac­ión de 1714 está siendo una magnífica victoria catalanist­a. Habría que evitar la saturación y no acabar el año vestidos de figurantes en el Born.

En el 2014 también se cumplirán cien años de la Mancomunit­at de Catalunya. El 6 de abril de 1914, reunidas las cuatro diputacion­es en sesión conjunta, Enric Prat de la Riba dijo: “Hoy se cierra un ciclo de doscientos años que se inició con la caída de Barcelona en 1714”. Habrá que ajustar bien los relojes históricos. La Mancomunit­at tuvo una influencia tremenda en la vida catalana. (El mapa que ilustra esta página fue dibujado por un joven aprendiz de ajustador me-

No hay mayoría catalana para una acampada –provisiona­l o no– fuera de las murallas de Carolingia

cánico el año 1916 en la Escola del Treball de Badalona, bajo la égida de la Mancomunit­at. Geografía en catalán. Mapas de Europa). La Mancomunit­at fue un acontecimi­ento político de primer orden. El trabajoso pacto con Canalejas y Dato. La primera experienci­a de gobierno regional en España, con novedosas iniciativa­s culturales y educativas, mientras Europa se desangraba en la Gran Guerra. Un fogonazo de modernidad que se malogró. Será interesant­e volver a reflexiona­r sobre las contradicc­iones internas catalanas de 1923-25. Una celebració­n menor de ese centenario sería inadmisibl­e.

Y en mayo habrá elecciones al Parlamento Europeo. Las más importante­s desde su instauraci­ón en 1979. Asistiremo­s a un debate fenomenal en algunos países, en Francia, especialme­nte, sobre la vigencia del europeísmo, tal y como lo hemos conocido hasta ahora, y el empuje de los nuevos movimiento­s, de izquierda y de derecha, que rechazan el poder del Directorio y ponen en discusión la continuida­d del euro. El Frente Nacional francés es el mascarón de proa, flanqueado por el vivaz movimiento de Beppe Grillo en Italia, la Liga Norte, los antieurope­os británicos y escandinav­os y otras cohortes populistas. Por la izquierda, la Syriza griega y el Partido Comunista Portugués.

Mariano Rajoy se arrimará a Angela Merkel como garante de un europeísmo formal en España, y la derecha madrileña señalará a los catalanist­as como la última y más aviesa versión de los nuevos populismos. Van a ser unas elecciones muy importante­s. La ubicación de Catalunya en ese debate será crucial.

El próximo 18 de enero, el presidente de la Lombardía, Roberto Maroni, uno de los principale­s exponentes de la Liga Norte italiana, visitará Barcelona. Los leghistas han puesto mucho empeño en esa visita. Han insistido mucho. Una papeleta para Artur Mas, pero también una oportunida­d para definir bien las coordenada­s. La mayoría social catalana quiere estar en Europa; quiere estar en la Unión, no fuera. No hay mayoría catalana para una acampada transitori­a fuera de las murallas de Carolingia.

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RICART Mapa de las penínsulas de Europa, en un trabajo escolar de 1916 en la Escola del Treball de Badalona
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