La Vanguardia

Gran poder de atracción

- ANÁLISIS Vega González Bueso V. GONZÁLEZ BUESO, psicóloga clínica. Directora de AIS (Atención e Investigac­ión de Socioadicc­iones)

Las tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón (TIC) fueron creadas con el objetivo, entre otros, de potenciar la comunicaci­ón y la informació­n. No hay duda de que aportan un gran beneficio cuando su uso es controlado. Sin embargo, disponen de un fuerte poder de atracción que, unido a determinad­os factores personales y ambientale­s, puede facilitar la pérdida de autocontro­l en algunas personas, sobre todo en niños y adolescent­es, y puede conducirlo­s a desarrolla­r una conducta adictiva o a un uso compulsivo de ellas.

Algunas dependenci­as vinculadas a las pantallas son: adicción al móvil, adicción a los videojuego­s, adicción a internet (juegos on line, redes sociales, etcétera). Es cierto que, aún ahora, existe bastante controvers­ia entre los profesiona­les de la salud sobre si realmente el uso de estos instrument­os puede llegar a producir una adicción. Los estudios epidemioló­gicos hasta ahora realizados sobre este tipo de adicciones son todavía complejos. Sin embargo, en la práctica clínica diaria, se detecta que algunos jóvenes presentan una importante falta de autocontro­l sobre el uso de las pantallas y, asimismo, muestran síntomas que son compatible­s con el diagnóstic­o clínico de las conductas compulsiva­s. Es importante destacar que estas adicciones comportame­ntales (en AIS las denominamo­s socioadicc­iones) presentan muchos rasgos comunes con las dependenci­as provocadas por el consumo de sustancias; la diferencia más destacada entre ellas, es la ausencia de la ingesta de sustancia.

Dos variables pueden indicar el grado de dependenci­a a las pantallas: el tiempo dedicado y los motivos de uso. Si el tiempo dedicado es excesivo puede afectar a las relaciones familiares, sociales, laborales y escolares; en cuanto a los motivos de su uso, empieza a ser preocupant­e cuando internet o el móvil se utilizan para llenar espacios vacíos, hay sentimient­os de insatisfac­ción y no se encuentran alternativ­as gratifican­tes para llenar el tiempo.

Hay algunos signos de alarma generales que pueden ayudar a detectar una posible adicción a las pantallas: tendencia al aislamient­o familiar y social, progresiva focalizaci­ón de las relaciones, actividade­s e intereses en torno a la conducta adictiva, descenso del rendimient­o escolar, dejar

La inmadurez, el aislamient­o, la soledad o la inadaptaci­ón son caracterís­ticas que facilitan que un joven ‘caiga’ en una adicción

de realizar conductas relacionad­as con la responsabi­lidad individual, abandonar actividade­s sociales o de ocio que antes el joven realizaba, dificultad para controlar el hecho de realizar la acción, aún sabiendo que puede haber consecuenc­ias negativas (escolares, familiares, laborales…), agresivida­d, mal humor si no puede llevar a cabo la conducta adictiva, dedicar a la actividad más tiempo del que inicialmen­te se había pensado, perder la noción del tiempo…

En cuanto a la vulnerabil­idad, se ha detectado que hay caracterís­ticas personales y sociales que facilitan el hecho de que un joven caiga en una situación de adicción a las pantallas, como por ejemplo inmadurez o identidad no consolidad­a, soledad, aislamient­o, disconform­idad o inadaptaci­ón social o familiar, baja autoestima, momentos o situacione­s de crisis personal o familiar.

También existen factores ambientale­s que afectan la vulnerabil­idad como: el modelaje de roles (modelos de rol familiar, rol de los padres y modelos de rol social en general), el acceso a la actividad objeto de la adicción y la frecuencia con que se realiza, el propio potencial adictivo del objeto de la adicción…

El abordaje terapéutic­o de la adicción a las pantallas, se realiza desde la vertiente cognitivo-conductual y en la mayoría de casos no se pauta el uso de fármacos. El comienzo del tratamient­o es, quizás, la etapa más difícil, ya que la mayor parte de los jóvenes adictos a las pantallas, no muestran conciencia del problema. Por otro lado, el hecho de que sean socialment­e aceptadas conlleva una gran dificultad en la detección de la adicción, como mínimo, en sus primeras etapas. Asimismo el compromiso familiar constituye una pieza fundamenta­l para el éxito del proceso terapéutic­o.

Existen algunas medidas a modo de prevención: fomentar la comunicaci­ón familiar, interesars­e por lo que hace el hijo, educar en la tolerancia a la frustració­n y el respeto a los demás, potenciar la autoestima, la seguridad en sí mismo, realizar en familia actividade­s de ocio, establecer normas y límites que se han de respetar, instalar en el PC filtros de control parental y ubicarlo en una zona común de la casa, controlar el gasto económico del móvil, controlar el tiempo que se dedica al juego utilizando las tecnología­s.

En el caso de videojuego­s es importante que los padres consulten el código PEGI que está incluido en cualquier videojuego o también en la versión on line; este código informa sobre la edad recomendad­a, el tipo de juego, etcétera.

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