El mito del manantial balear
La economía de las islas languidece pese al turismo y su población pierde calidad de vida
Las estadísticas están diluyendo a base de datos una de las ideas más extendidas sobre la economía de Baleares. La percepción que muchos tienen de que el archipiélago es un lugar en el que se vive relativamente bien y que crea riqueza pese a la crisis choca con la dura realidad: desde el año 2001 no deja de perder puestos en la clasificación de la renta per cápita, y su economía adolece de falta de innovación y de una escasa distribución de los beneficios.
Los datos publicados de la contabilidad regional difundidos el viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE) ponen de manifiesto que Baleares es ya la séptima comunidad en PIB per cápita, cuando en el 2001 era la tercera. Así, en el 2012 las islas alcanzaron una renta media por habitante de 23.589 euros, situándose por detrás de comunidades como Catalunya (26.412), La Rioja (25.185) o Aragón (24.805). El dato se ha visto maquillado por el hecho de que el archipiélago ha registrado la menor caída en todo el Estado con respecto al 2011 (–0,8 por ciento).
En la última década, las islas han descendido puestos de for- ma continua en renta per cápita. Este hecho pone en cuestión nuevamente el mito de la comunidad como un manantial de riqueza y donde la población disfruta de un mayor bienestar que en otras regiones. El catedrático de Economía Aplicada de la Universitat de les Illes Balears Antoni Riera apunta a una de las causas de este fenómeno: “Baleares sigue fiel a un modelo que sólo pone énfasis en uno de los cuatro patrones de crecimiento, que es la acumulación, y deja de lado la distribución”.
El crecimiento, apunta, se asigna principalmente a actividades de escaso valor añadido, como el turismo de masas o la construcción. A la vez, se trata de una economía que cada vez necesita más mano de obra, mayoritariamente de baja cualificación, porque necesita acumular. “El modelo de producción turística de masas es un modelo que ha caducado. Hay que poner más énfasis en la productividad, innovar y mejorar el capital humano”, subraya Riera, uno de los economistas que han advertido públicamente las flaquezas de las economías isleñas.
Las excelentes temporadas turísticas de los últimos años no se han traducido en un mayor bienestar en la sociedad. Ni siquiera los trabajadores del sector tienen asegurado que el maná del sol y playa les acabe repercutiendo. Los hoteleros de Mallorca han planteado una congelación de los salarios para el 2014, pese a que este año han facturado 10.500 millones de euros, un 8,3 por ciento más que el 2012, y que la llegada de visitantes ha aumentado un 3 por ciento.
Baleares pierde fuelle respecto a otras comunidades tradicionalmente menos ricas, pero que han sabido dar pasos hacia un nuevo modelo productivo. Otro hecho que han constatado los economistas es que el empobrecimiento general de la economía no se reparte de forma homogénea. En consecuencia, la brecha entre ricos y pobres se agranda. Según la última Encuesta de Condiciones de Vida del INE, el 24 por ciento de sus habitantes está en riesgo de pobreza. En este indicador, las islas se sitúan por encima de la media española.
No obstante, hay algunos datos que invitan al optimismo. Baleares fue, junto con Canarias, la única comunidad que aumentó la afiliación a la Seguridad Social el pasado mes de noviembre respecto al 2012.