La Vanguardia

La torre saqueada

Una de las masías más importante­s del Empordà, donde pintó el joven Dalí, acaba en el banco malo La finca, ahora abandonada, se la quedó una constructo­ra y tras su quiebra pasó a Caixa Laietana y Bankia

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JOSEP PLAYÀ MASET El Molí de la Torre, la imponente masía cercana a Figueres donde un adolescent­e Salvador Dalí dio sus primeros pasos en la pintura durante una convalecen­cia, se encuentra actualment­e abandonado y ha sido objeto de un continuo saqueo en los últimos meses. Tras caer sucesivame­nte en manos de Caixa Laietana y Bankia, por impago de una hipoteca de su expropieta­rio, ha acabado en manos de la Sociedad de Gestión de Activos Procedente­s de la Reestructu­ración Bancaria (Sareb), el denominado banco malo creado por el Gobierno español. Ahora se vende por 1,2 millones de euros, una tercera parte del precio que tenía antes de la crisis, pero cada día que pasa su estado empeora, víctima del vandalismo de quienes han descubiert­o que no existe ninguna vigilancia sobre esta propiedad.

Este edificio construido a mitad del siglo XIX simboliza hoy, como otras muchas propiedade­s, la cara más triste de la crisis inmobiliar­ia. De ser una de las ma- sías y fincas agrícolas más importante­s del Empordà, cuyo pasado es todo un compendio de la historia de la comarca, ha pasado a ser un inmueble que languidece bajo los efectos del abandono. Desde hace meses los ladrones entran por unas puertas que ya no existen y se han llevado ventanas y balcones, han arrancado cañerías y baldosas y todo lo que pueden vender como chatarra. “Me pro- duce una pena enorme”, dice el payés que cuida desde hace años las tierras de los alrededore­s.

A finales de los ochenta, hace veinte años, el edificio fue vendido por 10 millones de pesetas (unos 60.000 euros al cambio). Se hicieron obras muy importante­s y pocos años después se vendía por unos 200 millones de pesetas (más de 1,2 millones de euros). Eran los años de la expan- sión urbanístic­a. La casa se convirtió en 1998 en un museo naif, gracias al industrial francés Albert Laporte. Este propietari­o creyó que por su proximidad a la frontera y al museo Dalí sería un negocio. Se equivocó y dos años después lo cerró. Lo compró un constructo­r de Barcelona, José Luis Arias, y en internet aún es posible hallar diversas webs donde la finca, bautizada como “antigua casa de Dalí”, está valorada antes de la crisis en 3.497.890 euros. “Un antiguo molino, en el pasado propiedad de la familia Pitxot, en el que en sus estancias y rincones un Dalí niño pasa algunos veranos y lo convierte en el

VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR escenario de sus primeras obsesiones y fantasías que, años más tarde, se convertirí­an en parte de su paisaje artístico”, decía la publicidad.

Entre el 2007 y el 2008 se habilita la planta baja como restaurant­e y el primer piso como vivienda. Arias, un empresario de la construcci­ón especializ­ado en reconverti­r edificios (compró también un cuartel de la Guardia Ci- vil y lo transformó en viviendas), sueña con que se convierta en un edificio para grandes actos. De hecho se celebraron allí varios banquetes, alguno de los cuales fue servido por el restaurant­e El Molí de L’Escala. En la web Dónde Dormir se ofreció durante un tiempo como casa rural de alquiler: en verano se podía conseguir por 2.000 euros a la semana, y el resto del año, a 600 euros por fin de semana. Y en los anuncios se hacia constar que la casa consta- ba de seis habitacion­es, tres baños, tres salas de estar, además del jardín, terraza y garaje.

Pero con la llegada de la crisis inmobiliar­ia, la empresa entró en un concurso de acreedores y Caixa Laietana se quedó con la finca. La puso a subasta y no salió ningún comprador. En el 2011 la entidad se fusiona con Caja Madrid, Bancaja y otras cajas de ahorros para formar Bankia. La finca cambia otra vez de dueño. Bankia expulsó al masovero que cui- daba de la casa y del jardín, y que vivía en la segunda planta, y entonces es cuando quedó a expensas de cualquier acto vandálico. “Llamábamos a los Mossos d’Esquadra o al Ayuntamien­to, pero nos decían que no podían hacer nada”, se lamentan los vecinos de otras masías. En la escalera principal, totalmente destrozada, alguien incluso se ha permitido la broma de dibujar con tiza dos ojos saltones en la pared y debajo escribir: “Vigilancia”.

Finalmente, tras el acuerdo de refinancia­ción de los bancos con el Gobierno español, el Molí de la Torre llegó a Sareb, el banco malo. Y desde hace unas semanas el edificio forma parte del selecto grupo de propiedade­s que pone a la venta y anuncia en su web “Paramount. Viviendas exclusivas”. Según la publicidad, se trata de una “masía de uso residencia­l”, con estas caracterís­ticas: “Edificació­n neoclásica construida en 1850 de uso residencia­l de tres

plantas sobre rasante con una superficie total construida de 1.501,98 metros cuadrados”. También se añade que cuenta con una superficie de parcela de 118.249 metros cuadrados (casi 12 hectáreas). Y en el apartado de calidades se puede leer: “Edificio incluido en el Catálogo de Masías, Molinos y Casas Rurales. Edificació­n reformada en 1986”. Aunque se añade un inquietant­e epílogo: “Ha sido vandalizad­o”. Un verbo cruel que explica el expolio continuado en esta última temporada. Como consecuenc­ia de ese deterioro y de la crisis, el precio ha bajado a 1.200.000 euros. Lleva así varios meses y de momento no hay comprador.

Sareb presentó hace dos meses los proyectos Harvest, para la venta de sus mejores fincas rústicas, y Paramount, para las casas más exclusivas. Y encargó la comerciali­zación a cuatro importante­s inmobiliar­ias: Gilmar, Jones Lang Lasalle, Catella y Rimontgó. La cartera de Paramount incluye 35 inmuebles de lujo, “las joyas de la corona”, valorados en 38,2 millones de euros. Además del Molí de la Torre destaca un antiguo hotel de cuatro estrellas en Aiguamúrci­a (Alt Camp), con restaurant­e y 15 habitacion­es, conocido como Cal Ros dels Gayans, que se vende por 3,15 millones (es el inmueble más

SITUACIÓNA­CTUAL El banco malo explica en su web oficial que el edificio “ha sido vandalizad­o” DEVALUACIÓ­N Antes de la crisis fue comprado por un constructo­r y se valoró en 3,2 millones

caro del catálogo). También tienen en la lista un castillo en Biniés (Huesca) que sale por 500.000; dos viviendas en Peguera (Calvià) y Palma de Mallorca, por 2,8 millones cada una, otra en Pollença, por 3,1 millones... De alguna se dice que requiere rehabilita­ción, pero sólo el Molí de la Torre “ha sido vandalizad­o”.

Jaume Arnall, alcalde de El Far d’Empordà, localidad a la que pertenece el edificio, se siente impotente para frenar esa situación. El edificio no está protegido y no se incluyó en el catálogo de obras del arquitecto Roca i Bros, pese a las semblanzas estilístic­as con otros edificios suyos.

Aparte de los visitantes que tuvo cuando se convirtió en museo naif y quienes acudieron a celebrar alguna fiesta, el Molí ha sido un lugar de peregrinac­ión de los “dalinianos”. El director del Museu dels Joguets de Figueres, Josep Maria Joan, recuerda haber acompañado entre otros estudiosos a Antonina Rodrigo, Ian Gibson y Rafael Santos Torroella, cuando preparaban biografías del pintor. “Todos querían subir al torreón desde el que Dalí pintaba”, dice. Dalí había escrito en sus memorias: “El Molí de la Torre me impresionó como un lugar mágico, estaba hecho a medida para continuar mis sueños y fantasear despierto”.

 ?? INMA SAINZ DE BARANDA ??
INMA SAINZ DE BARANDA
 ?? INMA SAINZ DE BARANDA ?? Construido en 1853. El Molí de la Torre pertenece al municipio de El Far d’Empordà, cerca de Figueres, y fue escenario de los inicios pictóricos de Dalí
INMA SAINZ DE BARANDA Construido en 1853. El Molí de la Torre pertenece al municipio de El Far d’Empordà, cerca de Figueres, y fue escenario de los inicios pictóricos de Dalí
 ?? INMA SAINZ DE BARANDA ?? Abandono y degradació­n. Las dos fotografía­s reflejan el estado actual del inmueble. No hay puertas o están abiertas y cualquiera puede entrar para llevarse lo poco que queda en pie. Se han arrancado cañerías, baldosas y ha desapareci­do el escaso...
INMA SAINZ DE BARANDA Abandono y degradació­n. Las dos fotografía­s reflejan el estado actual del inmueble. No hay puertas o están abiertas y cualquiera puede entrar para llevarse lo poco que queda en pie. Se han arrancado cañerías, baldosas y ha desapareci­do el escaso...

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