La Vanguardia

Estas Navidades y otras

- Mariángel Alcázar

Hace algunos años, la familia real y la familia de don Juan Carlos se reunían en el palacio real para celebrar una comida de Navidad en la que participab­an unas cincuenta personas. El Rey invitaba a casi todos los que llevaban el apellido Borbón, incluidas sus primas Marone y Torlonia y sus parientes Orleans, con un criterio tan amplio que acudía hasta Beatriz de Orleans, una célebre relaciones públicas que, a pesar de estar separada, no se divorciaba para conservar el título de princesa.

En algún momento, tras el fallecimie­nto de don Juan en 1993, el Rey cortó ese tipo de convocator­ia general y la celebració­n navideña conjunta se limitó a la familia real, las hermanas de don Juan Carlos y sus hijos y, además, se trasladó al palacio de la Zarzuela. Ese nuevo formato acabó hace cinco años, después de que una de las nueras de doña Pilar, y no me gusta señalar, cometió la indiscreci­ón de explicar algunos detalles de la cena de Nochebuena que dieron pie a las especulaci­ones sobre la mala relación de doña Letizia con sus cuñadas. Desde entonces, como ha sucedido este año, los Príncipes celebran la Nochebuena en su casa, junto a la familia de doña Letizia, y los Reyes cenan con doña

El Rey ha ido restringie­ndo la convocator­ia navideña hasta la estricta familia

Elena, los duques de Palma y los hijos de las dos Infantas. Hacia la medianoche, el Rey y el príncipe Felipe recorren los puestos de guardia y los de servicio para felicitar las Navidades a todas las personas que esa noche trabajan en la Zarzuela, una tradición que se inició cuando don Felipe era un niño.

El día de Navidad, Reyes, Príncipes, infanta Elena y duques de Palma más los niños comieron en la Zarzuela con las infantas Pilar y Margarita, pero no los hijos de la primera, quienes lo celebran por su cuenta. Esa es la película de los últimos años, que sólo se alteró la Navidad del 2011 cuando los duques de Palma y sus hijos se quedaron en Washington, a raíz del estallido del caso Nóos. La presencia de Iñaki Urdangarin en la Zarzuela responde fundamenta­lmente a la firme decisión de la infanta Cristina de no despegarse de su marido: unidos en su destino judicial. Esta posición está, de alguna manera, avalada por la Reina, que también actúa con los ojos puestos en sus nietos Urdangarin, y aceptada por don Juan Carlos, quien delimita claramente que como jefe de la Casa Real ha apartado a su yerno y a su propia hija de la representa­ción institucio­nal, pero que, aunque quisiera, no puede dejar de ser su padre.

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ANDRÉS BALLESTERO­S / EFE Don Juan Carlos, durante la grabación del mensaje que hizo público en Nochebuena
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