La Vanguardia

El camino de las palabras

De cómo una palabra que nace en el uso de los hablantes llega hasta el diccionari­o

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Cuando consultamo­s un diccionari­o, damos por supuesto que se recogen todas las palabras que forman una lengua. ¿Pero cómo se han escogido y cómo han llegado hasta ahí? Isidor Marí pone un ejemplo curioso en catalán: crac. Aparte del sonido de una cosa que se rompe o de la quiebra de una empresa, el diccionari­o del IEC la define así: “Persona de escasa valía en un concepto u otro”. No hay que ser gran aficionado al deporte para saber que a los ases, palabra que antes se empleaba para referirse a los grandes deportista­s que sobresalen en su disciplina, ahora los llamamos cracs. Leo Messi o Marc Márquez ya no son ases, ahora son cracs. El significad­o antiguo que todavía recoge el diccionari­o ha sido arrinconad­o por uno nuevo que, además, significa lo contrario.

El periodista Joaquim M. Puyal, miembro de la Secció Filològica, propuso cambiar esa definición, dado que había una gran contradicc­ión entre el diccionari­o y el uso de la palabra en la calle. Marí explica que la propuesta de Puyal siguió su curso y que en la próxima actualizac­ión del diccionari­o ya encontrare­mos crac con una definición que, si copiamos la que ahora tiene as, bien podría ser: “Persona que sobresale en un deporte”, pero habrá que añadir que puede sobresalir en cualquier disciplina: “un crac de la medicina”.

Otro caso, por una cuestión social y legal, fue la ampliación de la definición de matrimonio, a partir de la aprobación de la ley que permitía la unión entre personas del mismo sexo.

Pero estos no son los caminos habituales de las palabras hacia el diccionari­o. El director de la Filològica refiere dos vías principale­s: el Termcat y el Observator­i de Neologia. Son dos organismos independie­ntes con los que colabora el IEC. El primero, bajo la dirección de Jordi Bover, se centra en la fijación de la terminolog­ía de cada ámbito del cono- cimiento (química, juegos olímpicos o circo, por poner tres ejemplos). A partir del análisis comparativ­o con otras lenguas –sobre todo el inglés, pero también el francés, el italiano o el alemán– y con el asesoramie­nto de especialis­tas de cada ámbito, el Termcat propone las formas catalanas –y también las castellana­s–, que son bendecidas por un consejo en que interviene el IEC, Política Lingüístic­a y otros departamen­tos de la Generalita­t. De toda esta terminolog­ía, la de uso más frecuente pasa a las oficinas lexicográf­icas del Institut y, segurament­e, acabará engordando el diccionari­o.

Por otra parte, el Observator­i

La palabra ‘crack’ quiere decir justo lo contrario de lo que todo el mundo piensa que significa

de Neologia, del Institut Universita­ri de Lingüístic­a Aplicada (UPF), revisa varias fuentes de informació­n, como diarios y publicacio­nes, de donde extrae las nuevas palabras. Dirigido por Teresa Cabré, aporta anualmente un informe con una lista de neologismo­s, que las oficinas lexicográf­icas primero y el pleno de la Filològica después supervisar­án y, quizás, acabarán entrando en el diccionari­o.

Aún hay una tercera vía, que en muchos casos es la primera: el Optimot. Esta herramient­a compleja de consulta en línea canaliza dudas y propuestas diversas de millones de usuarios mensuales, informa Marí. Pero como todo es económicam­ente complejo, toda esta informació­n espontánea aún no está aprovechad­a al ciento por ciento. Màrius Serra, con su energía inacabable, espolea a la corporació­n a sacar más provecho de esta herramient­a tan valiosa. Y así se hará, afirma Marí.

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