Catedrales con raíces de vino
Cien años atrás, en un momento convulso en el que se especulaba con la viña y la crisis azotaba en el campo, afloraron el ingenio y la creatividad. Propietarios y jornaleros impulsaron en el sur de Catalunya las primeras cooperativas vitivinícolas. Las conocidas como “catedrales del vino” sacudieron la agricultura catalana tanto en el fondo como en la forma: con ellas el modernismo llegó a las zonas rurales.
Esta exposición ofrece cuatro ámbitos para entender la magnitud de un fenómeno que sigue vivo. Arranca con el contexto histórico, cuando hace un siglo, los pequeños payeses se rebelaron contra los propietarios y cómo acabaron uniendo fuerzas, a menudo desiguales, y forjaron las primeras cooperativas. Ba- jo un mismo techo se encontró la modernización de la agricultura del sur de Catalunya y se creó un sentimiento identitario entre los cooperativistas. La imponente cooperativa de Barberà de la Conca (la primera de la Península) ilustra este proceso y muestra el papel de la figura de César Martinell, el arquitecto modernista que dio forma a más de treinta bodegas en unos pocos años.
El segundo apartado se centra en estos edificios monumentales de los que es fácil reconocer algunos elementos comunes pero que presentan cada uno sus propias peculiaridades: son prácticos, con innovaciones técnicas y constructivas que sirven para optimizar recursos. De formas simples y gran belleza, su diseño respondía a las necesidades del proceso de la fabricación del vino.
Un recorrido virtual por la ruta de las catedrales del vino, tan característica del paisaje tarraconense, y las vivencias en primera persona de quienes las hicieron posibles completan una muestra que destaca por sus recursos museográficos.