Kate Moss, el esplendor de los 40
ce, guitarrista de The Kills, logró llevarla al altar, y con él sigue hoy. Para ese día Moss quiso que Galliano, su amigo desde los 14 años, le diseñara el vestido nupcial, su primer trabajo tras haber sido despedido de Dior por su comentarios antisemitas.
Considerada una de las modelos más ricas del mundo (aunque la brasileña Giselle Bundchen le lleva ahora una notable ventaja), primero su madre, una camarera llamada Linda Rosina Sheperd, administró sus contratos cuando empezó a los 14 años, aunque luego ella solita manejó sus finanzas, probablemente con algún asesoramiento ajeno a su mundo personal y profesional.
Kate Moss ha sido también objeto de deseo en subastas, tanto en Christie’s como en Sotheby’s, o en ferias de arte, como la Fiac de París. Sobre soportes diversos, y con una notabilísima presencia fotográfica, la modelo ha sido interpretada, entre otros, por Chris Levine en un holograma en 3D; en una escultura de oro representando un ángel, firmada por Nick Knight; en otra de 10 kilos, de Marc Quinn, titulada Sirena, también en oro de 18 quilates; y en el célebre cuadro de Lucian Freud que la representa desnuda y embarazada de su hija Lila Grace.
En septiembre del pasado año tuvo lugar en Christie’s una gran subasta con Kate como único tema con fotografías firmadas por las más luminosas estrellas de la imagen. Exquisita en su a veces sofisticada vulgaridad, admirable aún después de los excesos, Kate no será un ejemplo, pero sí una superviviente con nota.