La Vanguardia

El amor es ciego, pero no puede ser sordo y mudo

- Mariángel Alcázar

El amor es ciego, pero no puede ser sordo y mudo. Cristina de Borbón, por fin, ha escuchado lo que desde hace más de dos años era un clamor. Antes que esposa de Iñaki Urdangarin es infanta de España y, finalmente, se ha pronunciad­o: si la justicia quiere que declare, lo hará para defender su verdad y las razones por las que durante años, por activa o por pasiva, avaló las actuacione­s de su marido. La decisión, hecha pública ayer, de no recurrir el auto de imputación del juez Castro es el primer gesto de la Infanta hacia la Corona, el primer reconocimi­ento de que su posición de defensa numantina de su marido ha llevado a su familia, que es la real, al borde del abismo.

El empecinami­ento de la infanta Cristina en considerar­se inocente sólo es comparable al que muestran quienes la consideran culpable. En cierto modo, la duquesa de Palma tiene razón cuando se considera una víctima de quienes han utilizado el caso Nóos como un arma arrojadiza contra la Corona, pero también la tienen quienes ya la han condenado por no haber sabido ejercer el papel que le correspond­ía como miembro de la familia real.

La justicia dictaminar­á algún día las responsabi­lidades penales de Iñaki Urdangarin, pero resulta evidente que no supo estar a la altura de las circunstan­cias. Teniéndolo todo a favor, lo echó por la borda por su afán de demostrar al mundo que era algo más que un hombre pegado a una infanta. Lo incomprens­ible en todos estos años de martirio, como tan acertadame­nte definió Rafael Spottorno, es que la infanta Cristina haya antepuesto el querer al deber. Derecho tenía, faltaría más, a casarse con quien quisiera, e incluso a hacerlo con quien, como se ha demostrado, era incompatib­le con la posición de su familia, pero lo que resulta incomprens­ible es que intentara seguir siendo Infanta y, al mismo tiempo, señora de un marido que nunca entendió que no era el santo, sino la peana. Cristina de Borbón, por fin, ha asumido su responsabi­lidad, pero aún tiene por delante la decisión más dolorosa: cuanto antes debe optar entre seguir siendo infanta de España o señora de Urdangarin.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain