Crisis olvidadas
Las imágenes del desastre desencadenado por el tifón Haiyan en Filipinas inundaron hace semanas los medios de todo el mundo, lo cual disparó la solidaridad de ciudadanos y gobiernos. Al sur de este foco, en el mismo archipiélago, concretamente en Mindanao, poco antes había estallado el enésimo enfrentamiento entre el Gobierno y las guerrillas, un conflicto que dura más de cuarenta años y que se ha cobrado 150.000 vidas. Sin embargo, pocos medios lo recogieron sucintamente.
Este es un ejemplo de crisis crónica, generalmente olvidada, donde predominan los conflictos sobre los desastres naturales. Y la creencia que aún prevalece es que
Sin cobertura mediática no hay financiación ni interés de la opinión pública y las crisis se vuelven invisibles
sus consecuencias son inevitables: por la fuerza del destino o, incluso, por un castigo divino. Aunque el reciente pronunciamiento de la ONU atribuyendo al cambio climático la catástrofe del tifón empieza a cambiar el paradigma.
Como trabajador humanitario estuve expatriado con Save the Children en Filipinas en el 2010, atendiendo a la población damnificada tanto por los tifones como por el conflicto del sur. Y he cubierto también otras crisis: en Chiapas, Darfur, Sri Lanka, Birmania. Las razones de este descuido dibujan un círculo vicioso. Sin cobertura mediática ni atención política, no hay financiación ni interés de la opinión pública internacional. La invisibilización intencionada por razones geopolíticas y empresariales merecería un extenso tratamiento aparte. La UE y ECHO, su departamento de ayuda humanitaria, elaboran una lista anual que muestra este tipo de crisis. El desinterés de los medios empieza por su propia crisis, por el control de grandes grupos que buscan rentabilidad y poder a costa de construir una narrativa simplista y espectacular, sin análisis. En una sociedad acelerada como la nuestra no hay paciencia para el lento sufrimiento por las crisis olvidadas.
Además, al público le cuesta ver los resultados de su apoyo en unas situaciones que se eternizan. Igualmente, la actual crisis económica ha llevado a dar prioridad a las realidades más cercanas, con lo que el presupuesto destinado al sur se ha reducido al máximo.
En esta coyuntura, pues, el papel de los medios es fundamental para crear vínculos y potenciar la proximidad entre estas crisis olvidadas y una ciudadanía global solidaria, justa, comprometida, activista y, en definitiva, humana. El tan manido lema “actúa local, piensa global” cobra ahora más relevancia que nunca.