El murciélago se aclimata en edificios altos
Son visibles en el hotel Princesa Sofía, la Sagrada Família y puntos elevados de Montjuïc Los mamíferos voladores son un arma para combatir el mosquito tigre, recuerdan los expertos
La capital catalana acoge una amplia variedad de especies de murciélagos, mamíferos que viven en grietas y tejados de los edificios, así como en agujeros y bajo las cortezas de árboles. Las poblaciones del murciélago común, un pequeño animal de entre 18 y 24 centímetros de color marronoso en el dorso, permanecen estables, aunque otras especies (como el murciélago de herradura o el ratonero), que se citaban a principios del siglo XX, ya no se encuentran. Parques como el Castell de l’Oreneta, Tamarita, los Tres Turons o Montjuïc son algunos de los refugios favoritos del murciélago común ( Pipistrellus pipistrellus).
Originariamente, los hábitats de los murciélagos eran las grietas de las rocas y los árboles, pero han ido ocupando las edificaciones. Por eso, rendijas de ventilación, tejas, cámaras de aislamiento o juntas de dilatación pueden servir de guarida. “Incluso, pueden entrar en grietas de un centímetro de anchura”, indica Jordi Serra-Cobo, profesor de Biología Animal de la Universidad de Barcelona (UB). Las ciudades les ofrece protección frente a sus depredadores.
Además del murciélago común, el murciélago de borde claro ( Pipistrellus kuhlii), el murciélago de Cabrera ( Pipistrellus pyg
maeus), el murciélago hortelano ( Eptesicus serotinus) o el murciélago rabudo ( Tadarida teniotis), que puede alcanzar los 45 centímetros de envergadura, son algunas de las especies residentes en la capital.
Los murciélagos tienden a vivir en zonas cercanas a áreas provistas de agua (el área del Besòs, los parques con fuentes), donde encuentran insectos, su principal recurso alimentario. Igualmente, aprovechan las grietas de los edificios altos. Eso les hace visibles en construcciones de gran altura, como el templo de la Sagrada Família. la catedral o los puntos elevados de Montjuïc.
“La función de los murciélagos es importante, puesto que capturan muchas especies de insectos que nos pueden transmitir enfermedades, como el mosquito tigre”, dice Margarita Parés, técnica del área de Biodiversidad de Ayuntamiento.
Una de las poblaciones más importantes es la del parque de Sant Llorenç del Munt, el murciélago de la cueva ( Miniopterus
schreibersii), una fracción de los cuales migra a finales de invierno siguiendo el Llobregat hasta llegar al área metropolitana. En Sant Llorenç del Munt existe una colonia que suma entre 17.000 y 20.000 individuos (según cálculos del equipo del profesor Serra-Cobo). Su consumo de insectos ronda las 30 toneladas al año, lo que demuestra el papel de control sobre la proliferación de insectos.
¿Y si nos encontramos con un murciélago? Los técnicos del Ayuntamiento de Barcelona resaltan que no conviene tocarlos, “pues si se sienten agredidos, se defienden e intentan morder”. También recomiendan instalar refugios para ellos en las zonas donde predominen los mosquitos tigre.
La colocación de refugios para murciélagos es una manera de protegerse de las futuras enfermedades emergentes que puedan transmitir los insectos, dice Serra-Cobo.
Los murciélagos aparecieron en la tierra hace unos 65 millones de años en el hemisferio norte. Son los únicos mamíferos que se han adaptado a volar, pues vuelan con las manos. Su historia evolutiva ha conducido a la selección de individuos con dedos muy largos en las manos para sostener una fina membrana.
Las alas están formadas por los dedos y la membrana (patagio). “Este es un ejemplo claro de éxito evolutivo, como demuestran que estos animales han colonizado casi todos los ambientes, excepto los polos”, añade Serra-Cobo.
Existen más de 1.200 especies en todo el mundo, con una capacidad de adaptación tal que les ha permitido vivir en ecosistemas muy diferentes. Aprovechan una gran variedad de recursos alimentarios (insectos, frutos, peces, escorpiones, néctar, aves, anfibios). Los murciélagos forman parte de Barcelona y la ciudad. Aún se aprecian como elementos decorativos u ornamentales en la iluminación (mercados de la Boqueria o Sant Antoni, en una torre del Tibidabo, en el Saló de Cent o en farolas del paseo de Gràcia). También formaba parte del viejo escudo del Fútbol Club Barcelona.