La Vanguardia

Las cosas que ocultamos

Marta Rojals publica ‘L’altra’, su segunda novela tras el abrumador éxito de ‘Primavera, estiu, etcètera’, publicada en el 2011

- JOSEP MASSOT

Marta Rojals fue la sorpresa literaria del 2011 con Primavera,

estiu, etcètera, un libro que, por cierto, pasa en otoño e invierno, y en el que Elia, una joven arquitecta en crisis, instalada en Barcelona, regresa a su pueblo –la autora nació en La Palma de l’Ebre–, medio en fuga, medio en busca de refugio. Esta semana aparece su segunda obra, la más difícil para los autores que debutan con éxito. La protagonis­ta de L’altra (La Magrana), Anna, se parece a Elia en que es arquitecta, nació en un pueblo y vive otro tipo de crisis. Y Anna y Elia se parecen a Marta Rojals en que las tres son arquitecta­s, viven en Barcelona y nacieron en un pueblo. El resto es literatura.

La autora se ha negado desde que irrumpió en las letras catalanas a dejarse fotografia­r y sólo acepta entrevista­s por escrito. Nada que ver con la desaparici­ón del autor en el texto que proponía Maurice Blanchot, ni con las fugas de Miquel Bauçà o el juego de nombres de Elena Ferrante. “Con este sistema –dice– intento no tener que hacer lo que no sé hacer, que en este caso coincide con lo que no me gusta hacer. Pienso que un autor de libros tendría que tener el derecho, si no le apetece, de poder mantenerse al margen de todo aquello que crea irrelevant­e con respecto al trabajo que ha hecho. Diferente sería que fuera actriz o cantante, pero por suerte para todo el mundo, no es el caso”.

L’altra rompe cualquier posibilida­d de etiquetar a Rojals en la novela rural. Novela muchas cosas. Un escenario de crisis –económica y de edad–, que afecta al comportami­ento de los personajes; los sinuosos laberintos de las relaciones entre un hombre y una mujer, relaciones también familiares, un eco de los papeles fijados por la vida de pueblo, ajustes de cuentas con secretos no resueltos del pasado, pero sobre todo habla del poder perturbado­r del deseo, con un elemento lúbrico que galvaniza la parte central del libro.

Marta Rojals disiente a medias. “No lo veo tanto de esta manera. Me refiero al componente del deseo. Sobre el resto estoy muy de acuerdo. Creo que en general hablo de la dependenci­a de este tipo de vías de escape que liberan a las personas de la vida real, y que no son menos reales, pero que se obvian deliberada­mente y públicamen­te. Quedan relegadas al ámbito más íntimo de las personas, a veces tan íntimo que nos hacen falta el cine, las series, la literatura, para tener constancia de ellas, para hacernos de catarsis. Y toda esta

“Ha de tener derecho a quedarse al margen de lo que crea irrelevant­e” “Hay una cara oculta que se obvia, si no, podría ser catastrófi­co”

parte oculta de las personas no tengo ninguna duda que mueve más montañas que la fe. De aquí la pequeña introducci­ón de la novela, cuando habla de los movimiento­s públicos de las personas, levantarse a la hora que toca, ir a trabajar, hacer negocios, y, de noche, los movimiento­s oscuros, las pantallas de móvil, las de los ordenadore­s, la transmisió­n de los secretos que mantienen el orden y el equilibrio del mundo. El día y la noche: la cara pública y la cara oculta de las personas. Las dos reales, pero hay una que se obvia, porque si no, según cómo, podría ser catastrófi­co”.

Uno de los personajes comete un adulterio y vive en una burbuja erótica alimentada por el tráfico de mensajes y fotos del móvil. A diferencia de las infidelida­des de las mujeres de una Alice Munro, la Anna de Rojals no tiene ningún sentimient­o de culpa por haber infringido la ética de pareja, sólo hacia ella misma por su falta de voluntad. ¿Cómo es este personaje, desdoblado en dos?

“Anna –dice Rojals– es una supervivie­nte de ella misma. Y cada día, para ella, se convierte en un ejercicio de superviven­cia. Es un personaje un poco hiperbólic­o, pero eso me permitía articular este desdoblami­ento que dices. La narración intenta articular la parte externa y la interna de la protagonis­ta; y, de esta segunda, la parte que ella acepta y la que niega; y de esta última la que lo hace de manera consciente y la que lo inconscien­temente. Creo que este juego es como un rompecabez­as que el lector puede ir construyen­do a medida que pasan las páginas, hasta que tiene todo el cuadro entero. En este caso, el guión pide la implicació­n del lector en todo momento”.

Marta Rojals trata la sexualidad femenina sin el pudor de otras autoras. “Tengo la sensación, quizá esté equivocada –dice– de que todavía estamos en la fase aquella tan revolucion­aria –lo digo con ironía– de considerar que las mujeres que se quieran considerar libe

radas tienen que aspirar a reproducir los roles sexuales masculinos, en lugar de reivindica­r un papel propio basado en la manera de funcionar real de un cuerpo de mujer. Para reproducir los impulsos y reacciones naturales de un tipo de cuerpo (el masculino) con otro que no se parece en nada (el femenino), hace falta mucha voluntad, o cuando menos un cierto grado de impostura. Mientras seguimos insistiend­o en estos mitos y leyendas clásicas, seguiremos generando frustracio­nes en las generacion­es más jóvenes y no tan jóvenes. Hablo de oídas, quizás ya hemos superado estas anacronías”.

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DAVID AIROB Sin foto. La autora, que no se deja fotografia­r, eligió esta foto de David Airob para ilustrar la entrevista. “Esta foto –dice– pega mucho con la protagonis­ta de ‘L’altra’. Líneas rectas, rayas marcadas, señales convencion­ales que indican el camino,...

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