La Vanguardia

“Si no seguimos contando lo que fue el nazismo, tendremos problemas”

E mil y Watson, actriz que protagoniz­a la película ‘La ladrona de libros’

- GABRIEL LERMAN Servicio especial. Nueva York

A los 46 años y a pesar de tener un rostro inconfundi­ble, esta actriz británica que sorprendió al mundo hace casi dos décadas con su extraordin­aria labor en Rompiendo las olas disfruta de una situación ideal. Trabaja constantem­ente y suele encontrar buenas oportunida­des para explorar un inagotable talento, y sin embargo, logra pasar desapercib­ida sin que la molesten los paparazzi. En La ladrona de libros, que desde este fin de semana figura en la cartelera, Emily Watson ha creado un personaje que está a años luz de aquella muchachita dispuesta a hacerlo todo por amor con la que se ganó la primera de sus dos nominacion­es al Oscar. En la adaptación de la exitosa novela de Marcus Zusak encarna a una mujer callada y vulgar que en medio de la Segunda Guerra Mundial decide jugarse la vida para esconder en su casa a un joven judío.

¿Como británica, fue algo surreal filmar en Berlín interpreta­ndo a una alemana? Un poco, sí. Sobre todo porque todos los que nos rodeaban en el plató, o bien sus padres o sus abuelos, probableme­nte habían pasado por situacione­s como las de la película. Al principio, nos acercaban una taza de café y se quedaban escuchando nuestras conversaci­ones, en donde un grupo de actores británicos y australian­os nos preguntába­mos qué hubiésemos hecho en determinad­a situación si hubiésemos sido alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Muchas veces yo pensaba que debería preguntarl­e a la gente local que nos asistía en el plató, pero no sabía si correspond­ía o no, porque obviamente es un tema muy difícil. Finalmente me atreví a hablar de esto con las actrices de reparto. Muchas eran de Alemania Oriental. Una en particular me contó que creció creyendo que sus padres y sus abuelos habían logrado sobrevivir sin pertenecer a ninguna institució­n en particular. Pero luego descubrió que era todo una mentira, que habían sido nazis y que luego habían pertenecid­o a la Stasi. Berlín, sin embargo, es una ciudad muy honesta con respecto a su pasado. En todas partes hay carteles que recuerdan lo que ocurrió con todos los detalles. Me acuerdo de la escena en la que Sophie está corriendo entre los prisionero­s, que eran todos extras. En la mayoría de las películas les tienes que explicar de qué va la cosa, darles algo de contexto para que entiendan. Aquí no hizo falta. Todos los extras sabían perfectame­nte de lo que estábamos hablando.

¿Por qué su personaje, Rosa, está tan enojada durante toda la película? Está muy ocupada con su desilusión. No le gusta la vida que lleva, porque ha terminado siendo la encargada de lavar los trapos su- cios de los demás. Está muy enojada con este marido tan vago que le ha tocado, que debería estar ganando dinero. Pero eso es sólo el comienzo porque le enojan muchas cosas mas. Sin embargo a mí me interesaba mucho el momento en que la historia le mira en la cara y tiene que tomar la decisión de jugárselo todo para ayudar a un fugitivo.

¿Por qué le parece que sigue siendo importante hacer películas que nos ayuden a no olvidar? Creo que en este caso es muy importante porque es una película dirigida a una audiencia juvenil. Los niños de la edad de Sophie probableme­nte no saben nada sobre lo que ocurrió. Usted y yo sí lo sabemos, porque hemos visto muchas películas sobre el tema y porque por la naturaleza de nuestro trabajo tenemos que estar informados, pero hay toda una generación que sólo tiene una vaga noción sobre lo que fue el nazismo. Basta mirar lo que está ocurriendo en el mundo hoy para entender que si no seguimos contando lo que fue el nazismo tendremos problemas. La pregunta interesant­e que formula esta película es que es lo que uno haría en una situación semejante. ¿Te opondrías a un régimen totalitari­o? ¿aceptarías tener un fugitivo en

tu casa que pusiera en peligro la vida de tus hijos? Todos podrían terminar en un campo de concentrac­ión o con un tiro en la cabeza. Usted y yo vivimos en sitios en donde no es un dilema que tengamos que enfrentar, pero en este mismo momento la misma situación se está dando en otras partes del mundo.

Esta película contando el otro lado de las cosas, ¿le hizo cuestionar la versión oficial de cómo fue la Segunda Guerra Mundial y si era necesario pulverizar las ciudades alemanas? Me lo empecé a cuestionar mucho tiempo atrás. Cuando creces en Inglaterra, te enseñan que ellos eran los malos y nosotros los buenos. Pero cuando crecí y empecé a recorrer el mundo, me di cuenta que los británicos estuvieron probableme­nte entre los peores de todo el planeta. A cada lado al que fui, me enteré que estuvieron involucrad­os en una masacre, para poder concretar su dominación y su colonizaci­ón. O por el negocio de la esclavitud. Es una lista bastante horrenda. El tema del bombardeo de las ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial es bastante discutible. ¿Ayudó a terminar la guerra? Probableme­nte. ¿Acaso dos errores corrigen un error? Es discutible porque los alemanes también bombardear­on las ciudades inglesas, y supongo que en una guerra la idea de la venganza puede resultar muy natural. Si están destrozand­o tu ciudad y tus líderes quieren destrozar la de los enemigos, es probable que uno se entusiasme con la idea. Es horrendo desde donde lo mires, pero supongo que había que detenerles de una u otra forma.

“En una guerra, la idea de la venganza puede resultar muy natural” “¿Ayudó a terminar la guerra? Probableme­nte. ¿Acaso dos errores corrigen un error?”

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FOX 2000 PICTURES / STUDIO BABELSBERG La actriz británica, en una escena de la película, rodada en Berlín

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