La Vanguardia

Mateu Lahoz, a lo suyo

El árbitro no afectó al resultado pero dejó el sello de su estilo

- XAVIER G. LUQUE Barcelona

Mateu Lahoz puede respirar tranquilo. Le habían lanzado uno de los huesos de la Liga y salió airoso. No sólo eso, sino que dejó muestras sobradas de su peculiar estilo de arbitraje, por lo que seguro que acabó muy satisfecho. El partido no tuvo jugadas comprometi­das, ningún posible penalti, ninguna acción de roja, ni siquiera un fuera de juego de los que cambian la dinámica, ya sea por acción o por omisión arbitral.

El partido no tuvo jugadas de excesiva complicaci­ón y por consiguien­te no hubo protestas masivas de jugadores ni grandes quejas del público. Nada. Ni Barça ni Atlético pueden decir que el empate es culpa del árbitro, aunque sí es cierto que el Barça con 9 faltas en contra vio 3 amarillas. Y el Atlético, con 17 sanciones, sólo 2.

¿Quiere esto decir que Mateu realizó un gran arbitraje? Pues no. El estilo de este árbitro distinto a todos quizá guste a unos y disguste a otros, pero esa no es la cuestión. El asunto es que el re- glamento es uno y es el mismo para todos los árbitros y en todos los partidos. Y a menudo, demasiado a menudo, da la impresión de que Mateu Lahoz juzga con una biblia distinta. Es un riesgo muy alto porque cualquier día se le escapa el partido de las manos.

Ayer mantuvo su amplitud de miras en las faltas. Y no se trata de que permita más contacto, mayor agresivida­d. El problema es que deja pasar acciones claramente punibles y a veces consigue sacar de quicio a los futbolista­s, que no entienden por qué se dan por buenas acciones que en cualquier otro partido son castigadas con falta.

Así, no sancionó nada en una acción de Mascherano sobre Diego Costa al borde del área en el minuto 10. Tampoco intervino en varias faltas claras de Godín a Alexis. Ni siquiera en un pisotón peligroso de Arda a Alves (29). Y en una falta descarada de Costa a Alba, para frenar un contragolp­e (minuto 45) pitó falta pero se guardó la amarilla.

En la segunda parte mantuvo la tónica. No vio nada punible en una acción de Mascherano sobre Arda (61), ni actuó con contundenc­ia en una patada tonta pero evidente de Neymar al mismo jugador turco (76).

No es una lista exhaustiva, pero basta para conformar una relación significat­iva del tipo de jugadas que Mateu pasa por alto de manera incomprens­ible.

¿Quiere decir todo esto que tuvo un mal arbitraje? Pues tampoco. Nadie puede considerar­se perjudicad­o gravemente. Y Mateu, que pudo hacer de Mateu, se fue satisfecho.

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DANI DUCH Mateu Lahoz demostró una perfecta forma física y salió airoso de un partido comprometi­do

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