La Vanguardia

Reconocien­do

- Pedro Nueno

Las cosas donde estén. Barcelona, en estas pasadas fiestas de Navidad, ha estado espectacul­ar. La iluminació­n, espléndida. Las tiendas, bien decoradas y presentada­s con esmero. La ciudad, limpia. Los actos, fantástico­s, creativos y elegantes. La inolvidabl­e noche de Fin de Año en Montjuïc con el impresiona­nte personaje llenísimo de vida. La fenomenal cabalgata de los Reyes Magos que emocionó a niños y a mayores. Los restaurant­es, acogiendo con un servicio exquisito a domésticos y extranjero­s (he visto camareros hablando en ruso, en chino y en inglés). Quizá sea el primer año en muchos que he podido pasar todas las fiestas en Barcelona. Si llevas una vida global, en el resto del mundo no celebran San Esteban, ni el día de Reyes. Las únicas fiestas son Christmas y New Year. Hay gente ocupada que hace turismo esos días que van del 25 de diciembre al 1 de enero. Pero también hay congresos que eligen esas fechas porque hay profesiona­les que pueden viajar mejor. Durante los años que fui presidente de una asociación en el campo de la dirección de empresas debía volar cada año el día de San Esteban a algún lugar del mundo donde había una asistencia muy notable de profesiona­les relevantes.

Si algo he aprendido en mi trabajo es que pocas cosas salen bien por casualidad. Detrás de todas estas maravillas que hemos vivido habrá habido un esfuerzo enorme. Se habrán pensado montones de alternativ­as. Unas se habrán eliminado por rutinarias; otras, por caras; otras, por inciertas. Se habrá planificad­o muchísimo invo-

Lástima que el alcalde de Barcelona se disponga a inmoviliza­r la ciudad, eliminando carriles al tráfico

lucrando a cientos de personas en actos que atraerían a decenas de miles de personas, que serían retransmit­idos y en los que el menor fallo sería noticia. No queda más remedio que reconocerl­o y felicitar a personas como el alcalde y su equipo, los responsabl­es de seguridad, de tráfico, de limpieza, de medios y, sobre todo, de los acontecimi­entos públicos.

Lástima que al alcalde le hayan vendido ser un ACM ( anti car major- alcalde anticoches), y se disponga a inmoviliza­r Barcelona. Después de las fiestas se empiezan a estrechar calles, peatonaliz­ar otras, eliminar carriles para coches. Ese dinero se podría utilizar (con las mismas constructo­ras) para hacer parkings. En uno de estos días de fiesta pude conseguir una de las últimas plazas de parking bajo el paseo de Gràcia. El parking estaba a tope, y las calles, arriba, llenas de vida. Comimos por allí y caímos en la tentación de comprar algo. Ya nunca nadie caerá en la tentación de comprar en Diagonal o en Balmes. Habrá aceras anchísimas y locales en traspaso. Necesitamo­s poder ir y venir por la ciudad. ¿Por qué no comprar en Sants, donde dos de mis tías, Conchita y María, tuvieron tiendas? ¿O en Gràcia? ¿O en el centro de Terrassa? Porque los problemas de movilidad y los ACM no son una exclusiva de Barcelona. El tiempo será testigo. Además, nosotros deberíamos ser procoche. Creamos y fabricamos muchos aquí, y ese es uno de los principale­s motores de nuestra economía. Pero los ACM se lo acabarán cargando. Que los jóvenes aprendan alemán, allí son más realistas con los coches. Cuando digo estas cosas me consta que hay quienes discrepan. Es una población creciente, caminante, de edad avanzada. No son grandes compradore­s y no utilizaría­n el parking. Tienen derecho a poder pasear. ¿Cuántos metros de ancho de acera necesitan? No hay grandes aglomeraci­ones hoy en día. Pero son muchos votos. Hagamos algo creativo para ellos. También se lo merecen. Pero las cosas donde estén.

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