La Vanguardia

Un invidente podrá optar por primera vez al cargo de juez

Un invidente podrá optar a ser juez por primera vez en España

- JOSÉ MARÍA BRUNET

Gabriel Pérez Castellano­s, un invidente de 23 años licenciado en Derecho, recibirá hoy, con toda probabilid­ad, la autorizaci­ón del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para presentars­e a las oposicione­s y tratar de conseguir el ingreso en la judicatura. Sería el primer caso de opositor que accede a la carrera judicial con dicha discapacid­ad. Para el órgano de gobierno de los jueces no ha sido una decisión fácil, por-

El Poder Judicial negó primero el permiso al joven abogado solicitant­e El CGPJ cree que un invidente puede asumir muchas funciones judiciales

que Gabriel tendría al frente de un juzgado muchos problemas prácticos. Pero el Poder Judicial ha decidido darle la oportunida­d de demostrars­e a sí mismo y de probar a la sociedad que su afán de superación puede vencer todas las dificultad­es. Esa es, al menos, la propuesta incluida en el informe redactado por el vocal del Consejo Juan Manuel Fernández y que hoy se estudiará y votará en la comisión permanente.

A Gabriel Pérez le queda, en todo caso, un largo camino para convertirs­e en juez. Al obtener el permiso para presentars­e a las oposicione­s habrá vencido el primer obstáculo. Pero luego vendrá la dureza de la oposición en sí misma. Por otro lado, cada vez son menos las plazas disponible­s. Este año se han convocado 50, después de mucha insistenci­a por parte del Poder Judicial, ante la carencia de medios presupuest­arios. Gabriel tendría que competir por una de esas plazas con cientos de opositores que no tienen discapacid­ad alguna.

La solicitud de este joven letrado de Valladolid, que luego hizo un curso de prácticas en el gabinete de abogados Garrigues de Madrid, ha provocado largos debates en el Consejo del Poder Judicial. De hecho, el anterior Consejo le negó la posibilida­d de opositar, y si ahora se revisa aquella decisión inicial, será en primer lugar por el tesón que ha puesto en su reivindica­ción.

Ha logrado así que la cúpula judicial se plantee una mejor ponderació­n de todas las circunstan­cias del caso. Empezando por una interpreta­ción más generosa de la propia Constituci­ón. En concreto, de su artículo 49, que establece que “los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamient­o, rehabilita­ción e integració­n de los disminuido­s físicos, sensoriale­s y psíquicos, a los que prestarán la atención especializ­ada que requieran y los ampararán especialme­nte para el disfruten de los derechos que este título (el relativo a los derechos y deberes fundamenta­les) otorga a todos los ciudadanos”.

Gabriel es consciente de las dificultad­es prácticas que tendrá que superar. De hecho, ha manifestad­o a las personas de su entorno que no está peleando para obtener un trato de favor. “No pido caridad”, ha dicho en varias oca- siones. Lo que pide es la posibilida­d de acceder a la carrera porque está firmemente convencido de que podrá ejercerla luego sin menoscabo de las garantías que debe ofrecer un juez a los ciudadanos. Es decir, que su condición de invidente no va a hacer peligrar los derechos de terceros, ni tiene por qué complicar los procesos que haya de resolver.

Todas estas circunstan­cias son las que han preocupado al Poder Judicial. Sus componente­s se han formulado muchas preguntas, como se las haría cualquiera que tuviera que intervenir en la decisión. Por ejemplo, ¿cómo podría llevar a cabo un juez ciego diligencia­s de todo tipo, desde el levantamie­nto de un cadáver hasta la inspección ocular del lugar de los hechos? ¿O cómo podría cumplir el requisito de la inmediació­n –es decir, de ver directamen­te al imputado o testigo– para percibir mejor todos los matices de sus manifestac­iones? ¿Cómo puede un juez ciego percibir la importanci­a de un gesto, de una mirada que se desvía, de un movimiento de vacilación?

Suele decirse que la justicia es ciega porque quien la administra no está en el lugar de los hechos, y tiene que enjuiciarl­os con la ayuda de todo tipo de indicios y pruebas. Ahora bien, ¿cómo valorar, privado de la vista, todo ese material probatorio, desde una declaració­n hasta las fotografía­s del lugar del crimen o las diversas valoracion­es periciales de una pruebas caligráfic­as, por ejemplo? ¿Podría un juez ciego haber llevado el caso del Prestige, el de Gürtel, el de los ERE de Andalucía o cualquier otro relativo a prácticas de corrupción con tantas derivacion­es como estos? Estas y otras preguntas similares se han hecho los miembros del Po-

der Judicial para acabar concluyend­o, en contra del parecer del anterior Consejo, que estos problemas existen, pero no tienen por qué impedir que Gabriel intente lograr la plaza de juez.

Sobre todo, no tienen por qué impedir ese acceso si se impulsan cambios legales con el fin de que un juez discapacit­ado pueda desempeñar ciertas plazas con preferenci­a sobre sus compañeros de carrera sin tales dificultad­es. La idea del Consejo es, en este sentido, que el caso de Gabriel Pérez sirva para reformar la ley y permitir que un magistrado con discapacid­ad pueda optar primero a plazas donde sus limitacion­es no le impidan desarrolla­r sus funciones a pleno rendimient­o.

Dificultad­es como las descritas son mayores en juzgados de lo penal, pero pueden resolverse mejor en juzgados de lo mercantil o de lo social, o en órganos colegiados. Ahora el artículo 301.8 de la ley orgánica del Poder Judicial determina que el 5% de las plazas tendrán que reservarse para personas con discapacid­ad igual o superior al 33%. Pero la misma ley establece en el artículo 303 que “están incapacita­dos para el ingreso en la carrera judicial los impedidos física o psíquicame­nte para la función judi-

EN IGUALDAD “No pido caridad”, ha manifestad­o Gabriel Pérez, convencido de sus capacidade­s

LAS REFORMAS LEGALES El Consejo propondrá cambios para facilitar puestos preferente­s a jueces discapacit­ados

cial”. Lo que no fija este precepto es qué tipo de discapacid­ades o trastornos debe entenderse que impiden dicho ejercicio.

A la vista de estas lagunas legales, el Consejo ha decidido franquear el paso a Gabriel Pérez. Si luego ingresa en la carrera judicial, habrá que resolver diversos problemas prácticos. Pero en el Poder Judicial no se cree que sean insalvable­s, máxime con la ayuda de los progresos tecnológic­os. Ya hay aparatos que leen los textos y los reproducen en voz alta, además del “antiguo” sistema Braille. Aunque en esas circunstan­cias los problemas pueden ser de tipo presupuest­ario.

En el Consejo se ha recordado estos días que el caso de un juez que quedó parapléjic­o sirvió para suprimir barreras arquitectó­nicas no sólo en su juzgado, sino con carácter general, en muchos edificios judiciales. En aquella ocasión, sin embargo, el problema era distinto. El juez no sufría discapacid­ad alguna cuando ingresó en la carrera. Para Gabriel Pérez, en cambio, las dificultad­es han sido siempre mayores. Y, sin duda, con el permiso para opositar no habrán terminado.

 ??  ??
 ?? ÁLVARO GARCÍA / ‘EL PAÍS’ ?? El objetivo. Gabriel Pérez Castellano­s ha abierto una batalla pública para ser juez
ÁLVARO GARCÍA / ‘EL PAÍS’ El objetivo. Gabriel Pérez Castellano­s ha abierto una batalla pública para ser juez

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain