Porteadoras, cocineras, esclavas
El secuestro nigeriano recuerda el de las 139 niñas cautivas del fanático pseudocristiano Joseph Kony en Uganda en 1996
Eran las dos y media de la mañana del 9 de octubre. La hermana Fassera, italiana, se había quedado rezando hasta tarde pero para entonces dormía inquieta y abrió la puerta veloz al primer toque de nudillos contra la madera. El guardia de la escuela le miró con terror y pronunció las palabras que lo cambiarían todo: “Hermana, los rebeldes están aquí”.
En 1996, 139 niñas del colegio St. Mary’s de Aboke, en el norte de Uganda, fueron secuestradas por el grupo rebelde Ejército de Resistencia del señor (LRA en sus siglas en inglés), un grupo de fanáticos, pseudocristianos, cuyo líder, Joseph Kony, quiere imponer los diez mandamientos como ley. Las chicas tenían entre 13 y 16 años cuando se las llevaron. La similitud entre la tragedia de Aboke y la de hace casi un mes en Chibok, en el norte de Nigeria, hiela los nervios de quienes conocieron de cerca aquel abuso a la infancia. En Uganda, la valentía de la hermana Fassera, que persiguió a los insurgentes por la selva, permitió rescatar a 109 de las chicas, aunque algunas de las 30 restantes solo conseguirían escapar 20 años después. En Nigeria, los padres de las alumnas siguen esperando respuestas.
Para José Carlos Rodríguez Soto, exmisionero en Uganda durante 17 años y actual consejero para la ONU sobre grupos rebeldes africanos, hay un lazo invisible que une los dos calvarios. “Se pueden establecer paralelismos entre los métodos terroristas de Boko Haram y los del LRA, parti- cularmente los relacionados con los secuestros de niños y niñas”, afirma. Para Soto, las intenciones de ambos grupos son similares. “Las chicas adolescentes –señala– son forzadas a convertirse en combatientes o utilizadas para trabajar como porteadoras, cocineras o sirvientas. La esclavitud sexual fue usada por Joseph Kony como incentivo para pre- miar a sus comandantes”. En dos décadas, el LRA secuestró al menos 40.000 niños y niñas.
Como se teme que ha ocurrido durante el cautiverio de las alumnas nigerianas, la violación se convirtió en el día a día de las chicas. En el caso del LRA la crueldad fue otra forma de control: en una ocasión, una de las estudiantes ugandesas intentó escapar y los rebeldes obligaron a sus compañeras a matarla a palos. A quien no pegaba lo suficiente-
En dos décadas, el LRA de Kony secuestró a 40.000 niños y niñas, y muchos durante años
mente fuerte la amenazaban con matarla también.
Para Soto, el uso del secuestro como arma de guerra es otro paralelismo entre Boko Haram y el LRA. “Uno de sus objetivos es humillar al Gobierno y a sus fuerzas de seguridad, provocar el caos en la sociedad”.
El exmisionero pide mucha atención si se consigue liberar a las chicas. Algunas de las secuestradas ugandesas, aterradas por el estigma que carga la violación en sus comunidades y temerosas de ser repudiadas, prefirieron volver con sus captores.
Lorena Pitcher, fundadora de la organización ugandesa Children of Hope Uganda (CoHU), trabaja para evitar algo así. Su organización acompaña a varias de las chicas que fueron secuestradas en la selva de Uganda. Actualmente, la oenegé paga la universidad a doce chicas que fueron secuestradas aquel día de octubre de 1996 y se hace cargo de las tasas escolares de 18 niños nacidos en cautividad.
Pitcher está feliz porque su amiga Grace, quien vivió ocho años en la selva con los rebeldes, acaba de graduarse en la universidad. Sabe cuán profundas son las cicatrices de aquella experiencia. Por eso la mención del secuestro de las estudiantes de Nigeria le hace sacar su rabia. “¿Dónde estaba el mundo, y las redes sociales, el 10 de octubre de 1996, cuando fueron secuestradas? Dios no quiera que estas niñas nigerianas tengan que sufrir los ocho años de cautiverio de Grace”.