La Vanguardia

El presidente no puede mostrarse débil porque hay elecciones en el 2015

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ña, que enviará un equipo de policías especializ­ados en las redes de trata de seres humanos–, Israel y China en el rescate.

En el operativo se están utilizando aviones pilotados a distancia y otras tecnología­s punta para tratar de localizarl­as.

La oferta de liberar a las estudiante­s a cambio de los prisionero­s de Boko Haram es un “paso positivo en una situación que parecía bloqueada” para Ryan Cummings, experto en la secta Boko Haram del think tank sudafrican­o red24. Pero con matices.

En otras ocasiones ya se han dado intercambi­os de prisionero­s entre la banda terrorista y el Gobierno nigeriano. En mayo del 2013, los extremista­s liberaron a varias mujeres e hijos de policías que habían secuestrad­o tras el ataque a unos cuarteles de la localidad de Bama, en el este del país. El día anterior, el Gobierno había hecho lo propio con 90 mujeres e hijos de sospechoso­s de ser miembros de Boko Haram.

Las fuerzas de seguridad nige- rianas han sido acusadas por organizaci­ones locales e internacio­nales como Amnistía Internacio­nal, de ejecucione­s sumarias y detencione­s arbitraria­s –a veces incluso de bebés como chantaje– en su lucha contra los terrorista­s. En otros dos casos parece que hubo pacto entre las partes. La liberación el año pasado de varios extranjero­s retenidos en el norte de Nigeria y Camerún –una familia francesa y un sacerdote– vino acompañada de informacio­nes, imposibles de confirmar de forma independie­nte, de que se ha- bía pagado rescate y liberado a un comandante de la banda.

“Estos hechos destacan que el Gobierno ha sido capaz de negociar con éxito con Boko Haram antes y que la secta ha respetado sus promesas de liberar a sus rehenes una vez sus exigencias se han cumplido. Dicho esto, la publicidad que rodea a las secuestrad­as de Chibok complica las negociacio­nes”, subraya Cummings.

Las cartas del presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, no son buenas. No sólo tardó dos semanas en pronunciar­se sobre el secuestro, sino que Boko Haram, que desarrolla una guerra santa contra el Ejecutivo para imponer una versión radical de la charia en el país, ha demostrado al mundo que campa a sus anchas en el norte. Pocos días después del gol- pe de Chibok, la banda atacó otra aldea donde durante cinco horas mató impunement­e a más de trescienta­s personas. El mandatario nigeriano no puede permitirse mostrarse débil porque se juega el sillón presidenci­al: el año que viene Nigeria celebra elecciones. Para Cummings, especialis­ta en gestión de secuestros y rescates, la situación requerirá una reacción equilibrad­a de Jonathan porque cualquier paso en falso puede ser fatal. “Si el Gobierno decida jugar duro con Boko Haram, la secta podría endurecer su postura y podríamos ver cómo hacen daño a alguna de las chicas para desatascar el proceso de negociació­n”.

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