El exguerrillero Mujica visita la Casa Blanca
El líder uruguayo se sorprende con las canas de Obama
José Mujica no se pone corbata ni en la Casa Blanca. El presidente uruguayo no varió ayer sus costumbres campechanas al visitar en Washington a Barack Obama. La cita, que tuvo lugar después de que Mujica aceptase recibir a presos de Guantánamo en Uruguay, demuestra el pragmatismo del mandatario tupamaro y su buena imagen internacional.
Obama elogió a Mujica ante la prensa en los prolegómenos de la reunión. “Tiene una extraordinaria credibilidad en asuntos de democracia y derechos humanos, dados sus fuertes valores y su historia personal, y es un líder en estos asuntos en todo el hemisfe- rio”, dijo Obama, que transmitió el tono cordial del encuentro: “Lo primero que me dijo (Mujica) cuando me vio fue que me han salido muchas canas”.
También el uruguayo bromeó para introducir el acuerdo educativo entre ambos países. “Nosotros tenemos que aprender inglés y ustedes tendrán que ser bilingües sí o sí; porque la fortaleza de las mujeres latinas es admirable y van a llenar este continente de gente que habla castellano, y también portugués”, dijo Mujica.
El mandatario charrúa intentó sensibilizar a Obama sobre la disputa judicial con la tabacalera estadounidense Philip Morris, que en el 2010 denunció las medidas antitabaco del gobierno uruguayo. “Señor presidente, el que está hablando es un viejo fumador, pero se nos están muriendo ocho millones de personas por fumar en el mundo por año, esto supera la Segunda Guerra Mundial, y la Primera y todo, es un asesinato en masa”, manifestó Mujica.
No es la primera vez que un exguerrillero latinoamericano entra en la Casa Blanca, pues hace dos años la brasileña Dilma Rousseff ya visitó a Obama. En el caso de Mujica, excombatiente tupamaro, es probable que la foto de ayer beneficie a ambos por igual.
Aunque el líder uruguayo siempre tuvo un discurso de defensa del venezolano Hugo Chávez, sus políticas se aproximaron más al pragmatismo del brasileño Lula. Y a Obama no le viene mal reforzar su perfil progresista reuniéndose con un presidente como Mujica –más admirado fuera que dentro de Uruguay–, que vive como un granjero en su humilde casa de Montevideo y que ha impulsado la legalización de la producción de marihuana, el matrimonio igualitario o la despenalización del aborto. Medidas aplaudidas por los sectores más progresistas de EE.UU.
A meses de acabar su mandato, la ortodoxa visita oficial de Mujica a Washington –que ha incluido reuniones con el Banco Mundial e inversores estadounidenses– refuerza la cara socialdemócrata del gobierno uruguayo, que busca su continuidad con la probable candidatura del expresidente socialista, Tabaré Vázquez.
De hecho, durante su presidencia (2005-2010), Vázquez fue un aliado incondicional de EE.UU., entonces presidido por George W. Bush., que lo recibió en el 2006 en la Casa Blanca. Al año siguiente, Bush visitó Uruguay y Vázquez lo invitó a comer un polémico asado en la estancia Anchorena, residencia de descanso de los presidentes uruguayos, la misma donde Mujica propuso la semana pasada acoger a 50 niños sirios refugiados de la guerra.