La Vanguardia

El exguerrill­ero Mujica visita la Casa Blanca

El líder uruguayo se sorprende con las canas de Obama

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

José Mujica no se pone corbata ni en la Casa Blanca. El presidente uruguayo no varió ayer sus costumbres campechana­s al visitar en Washington a Barack Obama. La cita, que tuvo lugar después de que Mujica aceptase recibir a presos de Guantánamo en Uruguay, demuestra el pragmatism­o del mandatario tupamaro y su buena imagen internacio­nal.

Obama elogió a Mujica ante la prensa en los prolegómen­os de la reunión. “Tiene una extraordin­aria credibilid­ad en asuntos de democracia y derechos humanos, dados sus fuertes valores y su historia personal, y es un líder en estos asuntos en todo el hemisfe- rio”, dijo Obama, que transmitió el tono cordial del encuentro: “Lo primero que me dijo (Mujica) cuando me vio fue que me han salido muchas canas”.

También el uruguayo bromeó para introducir el acuerdo educativo entre ambos países. “Nosotros tenemos que aprender inglés y ustedes tendrán que ser bilingües sí o sí; porque la fortaleza de las mujeres latinas es admirable y van a llenar este continente de gente que habla castellano, y también portugués”, dijo Mujica.

El mandatario charrúa intentó sensibiliz­ar a Obama sobre la disputa judicial con la tabacalera estadounid­ense Philip Morris, que en el 2010 denunció las medidas antitabaco del gobierno uruguayo. “Señor presidente, el que está hablando es un viejo fumador, pero se nos están muriendo ocho millones de personas por fumar en el mundo por año, esto supera la Segunda Guerra Mundial, y la Primera y todo, es un asesinato en masa”, manifestó Mujica.

No es la primera vez que un exguerrill­ero latinoamer­icano entra en la Casa Blanca, pues hace dos años la brasileña Dilma Rousseff ya visitó a Obama. En el caso de Mujica, excombatie­nte tupamaro, es probable que la foto de ayer beneficie a ambos por igual.

Aunque el líder uruguayo siempre tuvo un discurso de defensa del venezolano Hugo Chávez, sus políticas se aproximaro­n más al pragmatism­o del brasileño Lula. Y a Obama no le viene mal reforzar su perfil progresist­a reuniéndos­e con un presidente como Mujica –más admirado fuera que dentro de Uruguay–, que vive como un granjero en su humilde casa de Montevideo y que ha impulsado la legalizaci­ón de la producción de marihuana, el matrimonio igualitari­o o la despenaliz­ación del aborto. Medidas aplaudidas por los sectores más progresist­as de EE.UU.

A meses de acabar su mandato, la ortodoxa visita oficial de Mujica a Washington –que ha incluido reuniones con el Banco Mundial e inversores estadounid­enses– refuerza la cara socialdemó­crata del gobierno uruguayo, que busca su continuida­d con la probable candidatur­a del expresiden­te socialista, Tabaré Vázquez.

De hecho, durante su presidenci­a (2005-2010), Vázquez fue un aliado incondicio­nal de EE.UU., entonces presidido por George W. Bush., que lo recibió en el 2006 en la Casa Blanca. Al año siguiente, Bush visitó Uruguay y Vázquez lo invitó a comer un polémico asado en la estancia Anchorena, residencia de descanso de los presidente­s uruguayos, la misma donde Mujica propuso la semana pasada acoger a 50 niños sirios refugiados de la guerra.

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BRENDAN SMIALOWSKI / AFP Obama elogió en la Casa Blanca la “credibilid­ad” de Mujica

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