Comedia cromosomática
Garcia, Martínez, López, Sánchez, Rodríguez, Fernández, Pérez y González. Ocho apellidos catalanes. De hecho, según Idescat, los ocho más frecuentes en Catalunya. ¿Quieren saber los ocho siguientes? Gómez, Ruiz, Martín, Jiménez, Moreno, Hernández, Muñoz y Díaz. Repasen las listas de miembros de la ANC y también los hallarán. El primero que un guionista de Telecinco podría considerar genuinamente catalán no aparece hasta el número 26 (Vila). La fórmula de éxito de la película Ocho apellidos vascos parte de la misma matriz que, salvando todas las distancias, propulsó la canción Jènifer de Els Catarres. Una historia de amor que basa la atracción en dos identidades opuestas en el seno de una realidad compartida. Dos amantes de tribus enfrentadas de una misma nación, la historia de amor prohibido más antigua. En el cine, son las tribus de vascos y andaluces. En la canción, catalanes del interior y chonis de Castefa. Dos ejemplos paralelos en el método de contraponer tópicos, pero diferentes en el marco referencial. En el cine, las naciones no son ni Euskadi ni Andalucía, sino la España plural singularizada a golpe de peculiaridad. Calculadísimo para no desequilibrar los platillos de la balanza, que está asentada en una férrea mesa llamada España. Hierro forjado en el imaginario cromosomático castellano-viejo.
La canción, en cambio, toma como marco referencial la Catalunya heterogénea que hasta hace poco yacía en el diván de las identidades nacionales y los dos enamorados son ambos inequívocamente catalanes, de esos que Aznar desde la FAES querría que se pelearan en los banquetes de bodas, bautizos y (ay) comuniones. Recordarán que Jordi Pujol, que sale en la canción en un sueño erótico y siempre ha tenido un sismograma finísimo para detectar movimientos simbólicos, contribuyó al éxito musical de los chicos de Aiguafreda (y la chica de Centelles). La película de Martínez-Lázaro ya es la más taquillera de la historia del cine español y se anuncia una versión catalana que lucirá la palabra apellidos en el título. No dudo de la potencialidad de los creadores que trabajen en el proyecto, ni de la existencia de muchos guionistas de humor catalanes capaces de hacer una comedia hilarante en el marco del actual conflicto, aunque difícilmente serán contratados por Telecinco. Hoy en Catalunya la influencia del elemento cromosomático es irrelevante. Basta pensar en apellidos como Vidal, Quadras, Milans o Bosch. El humor y las pulsiones eróticas deberán concentrarse en otro tipo de conflictos ante los cuales los espectadores españoles tal vez no hallarán tantos motivos para reírse.
En Catalunya el cromosoma es irrelevante; basta pensar en apellidos como Vidal, Quadras, Milans o Bosch