Europa lo vale
La campaña para las europeas del 25 de mayo ya ha empezado. De momento, nadie habla de Europa como proyecto colectivo. Unos, simplemente, la ignoran; hablan de problemas domésticos y usan la campaña para atacar y descalificar a los adversarios del país. Otros, más ambiciosos, se proponen cambiar Europa, pero sin decirnos cómo y con quién. Y unos últimos esperan que Europa nos resuelva los problemas de casa, incapaces de resolverlos ellos internamente. Europa, con crisis, con desconcierto, con dificultades y debilidades, es, a pesar de todo, una gran realidad. Y, de entrada, las elecciones del día 25 deberían servir para consolidar esta realidad que nos hemos acostumbrado a disfrutar, olvidando que esta paz define el periodo más excepcional de nuestra historia colectiva. La paz y la libertad; la libertad nunca suficiente, siempre perfectible, a menudo enferma y a veces contradictoria, pero la que ha enterrado los recuerdos de dictadores y persecuciones de genocidios y campos de concentración. La Europa de la paz y la libertad es la que hay que consolidar, y nuestro voto debería servir para hacerlo posible.
La Europa del bienestar, ahora en crisis, amenazada, recortada y sometida a la fría estadística de una austeridad deshumanizada. Sí, pero la Europa del bienestar que millones de ciudadanos del mundo aspiran a compartir. Un bienestar construido sobre las cenizas de una guerra mundial que dejó a Europa como un campo baldío y con la miseria desplegándose como heredera de una confrontación sin límites. Y sobre este pasado Europa ha hecho posible un bienestar que hoy padece y convive con el paro desesperanzado de mucha gente. Pero un bienestar que hemos de consolidar.
Son los valores y objetivos fundacionales de esta Europa los que están en juego
Si hablásemos de Europa y no tanto del escenario local, quizás podríamos dar más esperanza a los ciudadanos
en estas elecciones. Si hablásemos de Europa y no tanto del escenario local, quizás podríamos dar más esperanza a los ciudadanos. Si no cargásemos a Europa toda la responsabilidad de lo que va mal para excusar y rehuir las propias culpas, Europa sería más motivo de confianza que no la que ahora genera. Todos los antieuropeístas esconden en sus mochilas un trasfondo de intolerancia e insolidaridad; defender a Europa y quererla consolidar da fuerza y sentido a cualquier opción de libertad y progreso.