Los ojos engañan; las manos, no
Mil españoles con discapacidad visual cursan estudios universitarios
Cuando hace 50 años la ONCE puso en marcha la primera escuela universitaria de Fisioterapia en la Universidad Autónoma de Madrid, los colegios profesionales no se atrevían a permitirles la colegiación y, de ese modo, tampoco el ejercicio profesional. Les decían que tenían demasiadas dificultades, demasiados obstáculos.
Pero ellos y ellas se habían formado en las mismas materias que los videntes, con descripciones mucho más detalladas, eso sí, para poder imaginarlo sin ver nada o viendo muy poco. Y con mucha maqueta tridimensional, aprendiéndose con las yemas de los dedos cada vértebra, cada músculo. Puro tacto y mucho conocimiento. Han formado a unos 500 fisios. Hoy es una escuela considerada de excelencia y además de personas con dificultad visual acuden alumnos de otras escuelas para formarse en alguna especialidad o materia concreta. Porque el aspecto del paciente puede inducir a error y a veces los ojos engañan. Las manos, no.
La ONCE reconoce que por escrito no constan limitaciones a las personas sin visión completa o parcial, pero haberlas, haylas. Por ejemplo, algún profesor ha pedido el cambio de aula al saber que tendría un alumno ciego. Las personas con problemas de visión graves pueden hacer todo aquello a lo que se atrevan. Parece lógico no intentar ser piloto de carreras o de aviación o cirujano. Pero ¿médico? En la facultad de Medicina del Clínic de la UB, por ejemplo, hay una alumna con dificultades de visión importantes que tras cursar la carrera de Farmacia quiso ampliar su campo haciendo Medicina. Su dificultad visual se resuelve de momento con unos determinados programas de ordenador que ella sí puede leer, aunque es previsible que necesite otro tipo de asistencias para interpretar pruebas diagnósticas. También hay dos alumnos con problemas importantes de audición que utilizan asistencias técnicas para seguir las clases y hacer sus prácticas. En España hay actualmente casi mil estudiantes universitarios ciegos o con dificultades visuales. Las carreras preferidas son las que desembocan en la docencia, pero van a todas las facultades. “Llegan hasta donde les deja llegar su discapacidad”, resumen en la ONCE.
La opción laboral principal es vender el cupón, pero cada vez son más los vendedores con otra discapacidad que no la visual. Quizá porque el cuidado durante el embarazo y el parto ha reducido drásticamente el riesgo de ceguera “de nacimiento”. Además de la venta, lo que más atrae es hacer oposiciones, porque es un entorno con cupos reservados para discapacitados y ponen muchos menos problemas que las empresas. Periodistas sin visión se han topado más de una vez con problemas por llevar su perro guía a una entrevista. La segunda profesión preferida es la de profesor. También hay grandes afinadores de piano. Abundan las telefonistas y las estenotipistas. Y los fisioterapeutas. Pero los límites van cayendo.