Desesperación en el campo
Malestar de los payeses por los robos en sus fincas
Han montado patrullas nocturnas; pintan tractores y maquinaria con un spray identificativo; se han reunido en multitud de ocasiones con los Mossos d’Esquadra; se han sentado junto a los responsables políticos del territorio; han organizado asambleas y manifestaciones, la última el domingo en Vilallonga del Camp (Baix Camp), uno de los términos municipales más afectados por el alud de robos agrícolas. Pero el problema, que aseguran los payeses tarraconenses que ha alcanzado una magnitud sin precedentes, sigue sin solución. Los asaltos masivos en fincas agrícolas, que el sindicato Unió de Pagesos empezó a denunciar siete años atrás, se han convertido en una plaga por ahora imposible de erradicar.
La zona más afectada la forman los municipios de La Selva del Camp, Alcover, Constantí, El Morell y Vilallonga. La mayoría de las fincas están bien conectadas por carretera. “Estamos desesperados, no sabemos qué hacer más porque nada ha servido de nada. Pedimos a los políticos que cambien las leyes para castigar a los ladrones reincidentes. Un día encontraremos algún payés muerto”, alerta Ester Gomis, de 36 años, quien junto a su padre sufrió la agresión de un ladrón que se metió en su finca para robar el 1 de mayo. Ester acabó en una ambulancia con cuatro puntos de sutura en la nariz; a su padre, de 62 años, lo arrastraron por el suelo y lo patearon. “Es una vergüenza”, resume indignado Josep Gomis, que ha sufrido en los últimos años más de 15 robos, la mayoría de ocasiones para sustraerle hierro y cobre.
El último episodio, cuando la familia Gomis celebraba una comida en el campo; al oír voces se acercaron a la huerta y vieron hasta cinco individuos paseándose a sus anchas por la huerta para recoger como si fueran suyas las habas, cebollas y las naranjas de un ve-
Unos ladrones golpean a un agricultor y a su hija por recriminarles que robaran en su huerta
cino. “A mí no me grites”, me respondió uno de ellos, recuerda Josep. Ni cuando dejaron a su hija con la cara ensangrentada tenían intención de marcharse. “Nunca antes como ahora habíamos sufrido nada igual, los ladrones se sienten impunes. En la zona a todos los payeses les han robado al menos una vez”, añade.
Pere Fortuny acudió ayer a la finca de los Gomis al oír voces. “¿Cómo estás?”, le pregunta a su vecina, con la marca de los cuatro puntos de sutura aún visible en su nariz. Pere ha perdido sólo este curso entre 6.000 y 7.000 euros por culpa de los ladrones. “Me han robado en un año toda la instalación de riego”, lamenta. Gran parte del material acaba en las chatarrerías, comercializado en el mercado negro. Otra de las reivindicaciones de los payeses es un mayor control de este tipo de establecimientos, donde el cobre y el hierro se pagan bien a peso.
“Últimamente se han producido agresiones, no podemos aguantar más”, denuncia Rafel Espanyol, uno de los responsables de la fruta seca de Unió de Pagesos. El sindicato exige al Gobierno la modificación urgente del código penal para castigar a los ladrones reincidentes. “Los Mossos hacen bien su trabajo, pero los delincuentes entran por una puerta y salen por otra”, lamentan los Gomis. En la zona aseguran que hace pocos días incluso un helicóptero de los Mossos sobrevoló la zona de noche, con un foco, para intentar ahuyentar a los asaltantes.