Felicidad de los limbos
Los cóleos muestran que el color proporciona felicidad. Qué sensación tan grata la de ver el sol iluminar unas hojas evocadoras de prismas que descomponen la luz. En los limbos se puede ver: rosa, amarillo, violeta, rojo, carmín tostado, ocre amarillo claro, verde cinabrio… Son sensaciones del ojo producidas por estímulos luminosos en la retina. Para formarse una idea de la influencia del color, es preciso conocer la teoría de los colores de Goethe. Todo está bajo su influencia estética y moral: los colores “son visión del mundo”. Amarillo equivale a claridad, potencia, proximidad; y el violeta es sombra, debilidad, lejanía, eso se sabe. Hay además una relación con la luz. ¡Amarillo y púrpura! Qué combinación más emocionante y admirable. Al sol emite destellos, vuelve las hojas fosforescentes.
La expresividad del color parece deber su existencia al cóleo; hay una vaga rima entre cóleos y colores. El género Solenostemon comprende plantas herbáceas, perennes o anuales, con flores poco conspicuas, insignificantes, y hojas coloreadas, muy
La percepción del fenómeno cromático está directamente ligada con el bienestar
vistosas, que entablan una relación sensible con el mundo. La percepción del fenómeno cromático está directamente ligada con el bienestar. Ah, el color. “La vista lo necesita tanto como la luz”. Sin la presencia del color, nos internamos en la desdi- cha, cobramos conciencia de una infelicidad cada vez mayor. Vamos a verlo. El cóleo se cultiva por la belleza de su follaje; su deleitable manifestación cromática. Las hojas, opuestas, puntiagudas y de bordes dentados, resultan inauditas. Los jaspeados afluyen con tanta asiduidad que parecen no ser reales. ¡Es increíble! La aprehensión del color nos sitúa más allá de la realidad tangible. ¿Qué ocurre? No lo sabemos, es uno de esos hechos que hay que aceptar. Las combinaciones de colores explican igualmente la presencia de la felicidad en las cosas: el amarillo y el rojo poseen vivacidad, alegría; cualidades que impresionan. El violeta suscita inquietud; evoca ansias en el alma. Del púrpura no surge más que emoción y anhelo. La mezcla del naranja y el rosa nos tiene embelesados: por cuanto representa el calor del fuego, procura una sensación de bienestar. Pero ¿cómo hacer comprender que lo que digo es verdad? Hay que dar crédito a las teorías que hablan de ello.
Los limbos de los cóleos mantienen la imaginación activa. Los valores cromáticos aparecen como tensiones entre luces y sombras. En otras palabras, “los colores son actos de la luz”, obras que se encienden como sueños. Igual que Goethe, creemos que “soñamos para no dejar de ver”. Aunque el tema es indecible (no se puede expresar en toda su intensidad), al menos con respecto al cóleo cabe decir que en su fantástica variedad de colores se puede encontrar una cierta certidumbre de felicidad.