Banderas matéricas
Me interesa el festival de Eurovisión porque es la única manifestación europea no deportiva que se plantea desde la suma de identidades. Ya nos gustaría que hubiera otras con esta voluntad y con otros registros culturales, pero ya que el observatorio es reducido, vale la pena fijarse en los detalles significativos de cada edición.
A diferencia de los campeonatos de fútbol o de baloncesto europeos, Eurovisión no se basa en una competición feroz: la diversidad de países funciona más bien como reclamo que como incitación a la confrontación. Y en esta edición esto ha quedado evidenciado en la forma de introducir a los diferentes cantantes, con un prólogo irónico donde cada uno de ellos tenía que crear una imagen con los colores de la bandera que identificaba el país, hecha a partir de materiales y situaciones diversos. La materia que las hacía nacer podía ser lumínica, como los tubos cromáticos de Azerbaiyán, o los rayos de colores proyectados sobre una cascada de los islandeses, o el reflejo de los fuegos artificiales en el agua de los rumanos. El cantante noruego, él mismo ebanista, hacía su bandera con madera reciclada; los griegos, con conchas blancas sobre una toalla azul; los suecos, con la goma de unos colchones amarillos en una piscina; los alemanes, con el caramelo de pastelería; los austriacos, con unos trajes teatrales; los españoles, con lanas sobre columnas neoclásicas. La creación gráfica también tenía su lugar: los eslovenos hacían bandera con libros y los polacos (los mejores ) con una hoja de registro de voz, en blanco y rojo, de su grito de “Somos eslavas”. En el campo del jue- go, los de Montenegro construían un puzle sobre un piano; los suizos hacían caer fichas de dominó y los húngaros usaban varios cubos de Rubik al lado del Danubio. Los tópicos también tenían su espacio: los holandeses fabricaban la bandera con tulipanes, y los ingleses, maestros de la ironía, con un grupo de autobuses rojos cruzados y vistos en plano cenital.
El resultado de todo ello es altamente interesante para todos nosotros, los catalanes. Después de toda esta panoplia de banderas con inventiva en múltiples situaciones gozosas, ya no volveremos a oír que si en Catalunya se despliega una bandera matérica imaginativa en alguna manifestación reivindicativa estamos imitando los pasados hitlerianos. Se podrá decir simplemente: ensayamos fórmulas para el día que nos toque ir a Eurovisión.